La Suprema Destructora de Pollas Sophie creyó todo este tiempo que había tenido el control, pero los chicos, su chico tan especial, con esa carita tan picarona y ese culazo blanco y redondito que volvía locos a los tios, Johnny Rapid, en le que confiaba, así como todos los demás a los que había conseguido convencer con tanto esfuerzo y llevarse a sus filas arrebatándoselos a esa zorra de Rebecca, habían estado todo este tiempo desobedeciendo sus órdenes, follando unos con otros por placer en lugar de hacerlo por estrategia.
Ni la dulzura y candidez del guapo chavalín de ojos azules Joey Mills, con el que los hombres se corrían nada más depositar un rabo en su boca, porque por la timidez que desprendía, les daba la sensación de ser siempre los primeros en poner una polla entre sus labios, ni Ty Mitchell, con su tez morenita, unos jugosos labios y una mirada brillante de ojos oscuros arrebatadores, ni siquiera JJ Knight, de lejos el tio del país que tenía la polla más grande y larga.
Las dos supremas habían subestimado un poder del que no eran conscientes y que les había conducido a la ruina y al fracaso, el poder que se despierta entre los hombres cuando se gustan, cuando necesitan cumplir sus fantasías. JJ tenía una en ese momento y convocó una reunión especial de chicos para llevarla a cabo. Estaba seguro de ser el primer hombre en llevar a cabo dicha hazaña, el primer hombre en follarse a tres de los chavales más deseados.
No sabía si iba a poder contener la leche en los huevos con esos tres viciosetes forjados en las calles, habiendo tenido que sobrevivir a base de comer pollas y poner el culo para obtener alimento. Le bastó pasarse la mano por encima de los pantalones, remarcando la forma de su gorda y gigantesca polla, para que los chicos se empalmasen y empezaran a acercarse a él.
Pero fue Johnny el primero en sacarse el rabo, para que no le apretase tanto. Ty se agachó para mamársela y JJ dejó que los dos se divirtieran mientras él se morreaba con el jovencísimo Joey, que en ese mismo momento le estaba metiendo mano, sobando su gran butifarra. Hasta que se agachó, le bajó los pantalones, le agarró por los huevos y comenzó a cabecear tragando hasta donde buenamente podía.
JJ había escuchado muchas cosas sobre ese jovencito en las tabernas. Su apariencia virginal y tímida le daba un plus. Algunos hombres incluso habían confesado que les daba apuro zorrear con la polla en su boquita para no ser los responsables de mancillar tanta belleza, pero lo cierto es que a la mayoría les daba un gustito extraordinario enchufarle la verga y se corrían dentro de su boca cuando él alzaba sus precioso ojazos color azul.
Ahora, embelesado por la forma en la que le comía el rabo, cómo le relamía le tronco con su boquita, JJ comprendía perfectamente la cantidad de leche que ese zagal era capaz de crear en los cojones de un hombre hasta el punto de hacerles explotar de felicidad. Johnny le sacó de su burbuja corroborándole que de todos los chicos, Joey era el que mejor mamaba. JJ asintió, nadie le había dado tanto gustito a la polla estando de rodillas.
De su rabo, Joey pasó a comerle el culo a Ty. JJ no preguntó por no romper el momento, pero se hizo un buen pajote viendo a esos tres chavalines a lo suyo, disfrutando como los viciosos que eran. ¿Acaso estaba preparando ese culo morenito para él? De momento encontró hueco junto a Johnny para darle de comer rabo a Ty, una boca que ya había tenido la suerte de probar antes.
Por cómo se iban sucediendo las mamadas en esa lujosa habitación, a JJ le quedó clara una cosa, que Johnny era el más experimentado y que movía las piezas a placer. Si un día, como fue el caso, le apetecía ejercer de macho activo, lo hacía y punto. Él y JJ fueron los que estaban en pie mientras Ty y Joey se quedaban de rodillas, pasando de una polla a otra, llenándose la boca de rabo.
Cuando Joey se puso a cuatro patas sobre le sillín, con el trasero mirando hacia él, JJ confió en que no había visto jamás en su vida un culito tan bonito y puro. Normal que a algunos hombres les diera pena destrozarlos con sus sucias pollas, pero lo que a él le provocada era la necesidad de hacerlo, de rellenar ese lindo agujerito virginal con su enorme rabo, de aliviarse los huevos dentro y que al sacar la polla pudiera admirar un agujero negro rebosante de lefa.
Apretado y ajustadito como esperaba, penetrar el culito de Joey fue una de las mejores experiencias de su vida. Ty ya se había subido al sillín por el otro lado y Johnny también estaba dando buena cuenta metiéndole la polla entre las nalgas. Durante un rato, JJ prefirió mirar al frente, por miedo a bajar la vista y correrse por lo que tenía debajo de sus propias narices. Su gigantesco miembro explorando el interior de un culito pequeño y manejable.
Escuchar los gemidos de los tres chavales follando delante de él le dio la vida. Hacía unos cuantos años él también había experimentado muchas cosas con el sexo y comprendía perfectamente lo que sentían al hacer esas cerdadas en grupo, al tener tan cerca la boca de otro tio gimiendo, echándote el aliento, casi haciéndote sentir todo lo que el otro está sintiendo. Una conexión muy especial e íntima que perduraba con el paso de los años.
JJ se sentó en el sofá y volvió a explorar las profundidades del culazo tragón de Ty, que se sentó sobre sus piernas clavándose la polla y comenzó a saltar sobre él de espaldas, con toda la minga colgando, bien larga, y haciendo aspavientos con ella. Johnny machacaba el culazo de Joey. Le dio tan duro que el sillín se fue desplazando hasta el sofá y acabaron los cuatro unidos, con Joey chupando el rabo de Ty mientras los huevazos grandotes de JJ le rozaban la frente y la nariz.
La ropa iba desapareciendo poco a poco de sus cuerpos, de forma natural según necesitaban despojarse de ella por el calor de la orgía. JJ regresó al culito prieto de Joey y asistió a una masterclass de pura energía, con Johnny taladrando el culazo de Ty en plancha, con los pies apoyados en el sofá. Entre otras cosas, se fijó en su trasero, precioso, preguntándose cuándo podría follárselo.
Su respuesta no tardó en llegar. Desnudos los cuatro, Ty se abrió de piernas para Joey, que si bien era delgadito y manejable, por delante era digno de estar en la mesa de los caballero de la gran verga. Johnny se subió al sofá en el que JJ estaba sentado, hizo una sentadilla y se fue metiendo el enorme pollón por el agujero centímetro a centímetro, gozándolo.
Joder, pensó JJ. Aquello era una puta fantasía hecha realidad. Se había pasado por la piedra a los tres chavales y ahora tenía la verga clavada en uno de los más experimentados. Le colocó la piernecitas para que apoyase los pies en sus muslos. Le encantó tenerle así, en volandas, saltando sobre su polla.
Esos tres zagales estaban abandonados al placer. Llevaban varios minutos follando y todavía tenían la misma energía que cuando comenzaron. JJ se tomó un respiro dando de comer rabo a Ty y mientras Joey se lo follaba, Johnny acudió por detrás y entre los tres formaron un trenecito. Todo un espectáculo para la vista ver el cuerpecito delgado y fibradito de Joey culeando hasia adelante y hacia atrás, metiendo y tragando polla, en un círculo vicioso del que era imposible escapar.
Ty explotó de gusto, esparciendo su lefa por todo el torso, disparándose al pecho y al hombro. Lejos de sacarle la polla del culo, Joey se puso en plan cabrón y le penetró con más fuerza. Esos cabrones sabían lo que se hacían. Johnny se sacó el condón, lo tiró a la alfombra, se hizo un hueco al lado de Joey pajeándose y se corrió sobre le cuerpo de Ty expulsando una abundante cantidad de lefa espesa y blanca. Uno de los chorrazos salió con tanta potencia que Ty abrió la boca por si atrapaba algo.
Joey siguió sus pasos. JJ se quedó mirándolo atentamente, intentando descubrir los misterios de ese chaval que le hipnotizaba y le tenía completamente enganchado. Su cara seguía siendo preciosa incluso con el gesto obsceno de la corrida. Su polla enorme, soltando leche tan pegajosa que se le quedaba colgando del cipote y con el meneo del rabo no dejaba de dar vueltas como un tiovivo, antes de desprenderse y caer con fuerza sobre el cuerpo de Ty que ya estaba completamente mojado de leche.
Viendo todo eso, JJ aguantó lo indecible para no correrse, así que cuando lo hizo explotó con todo. Empezó a soltar lefa por su manguera al lado de la cara de Ty, desperdigando su semen saliente y espeso por su hombro, entre sus pectorales, en su cuello, su barbilla, metiéndoselo por la boca. Los tres chavales se quedaron alucinando. Ty se tumbó relajadito, sonriendo, con el cuerpo lleno de lefa.
Mientras tanto, en algún lugar de las catacumbas… Sophie y Rebecca habían sido maniatadas por los colegas de Johnny. Quizá no deberían haberlo hecho, porque estaban dispuestas a dejar sus diferencias de lado y unir fuerzas para destruir a todos esos cabrones, para acabar con todo ser viviente que tuviera una polla colgando entre las piernas en ese jodido mundo.
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