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Mamándole la verga a Thomas un guaperas de las playas de Florida | Beef Cake Hunter

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Normalmente a la edad de dieciocho anitos, los chicos suelen ser más vergonzosos y reticentes a mostrar la verga. Es algo normal y natural, una edad a la que empiezas a notar la presencia de tu “yo” masculino colgándote entre las piernas, pasando de ser una pilila a un pepinote, pues da vergüenza mostrarlo en público. Vic no estaba acostumbrado a ver a chavales así andando por la playa, en speedos y tan seguros de sí mismos como Thomas.

Ni tan seguros y mucho menos tan abiertos a todo tipo de proposiciones, porque cuando se acercó a él y le propuso llevárselo a casa y pegarle la mamada de su vida, para su sorpresa el chaval aceptó como si le hubieran ofrecido un caramelo, aunque el caramelito se lo llevó Vic, al que ya se le hacía la boca agua de pensar en sacarle todo el jugo de las pelotas al guaperillas ese.

De las playas de Florida a su piso, el chaval estaba tremendo. Delgadito pero de cuerpo atlético, morenito, de pasar las tardes jugando al balón en la orilla, una cara de guapo malote que seguro debía volver locas a las nenas. Con la misma seguridad con la que lucía el paquete por la playa, se quitó la ropa. Vic ya tenía ganas de saber por qué ese chaval estaba tan seguro de sí mismo y lo descubrió enseguida, en cuanto le tiró de los pantalones y salió disparada de la entrepierna una pedazo polla larguísima y empalmada. Cabrón, ahora entendía por qué iba tan confiado por la vida, con eso entre las piernas estaba para comérselo enterito.

Todo un yogurín delante de él con la pija tiesa, hasta se puso nervioso. Además el tio miraba cada gesto de su cara como intentando indagar su próximo movimiento o si le gustaba. Claro que le gustaba y mucho. Le cogió del rabo y se lo merendó como un puto cerdaco dejándole todas las babas encima como se merecía semejante pollón.

Aunque le preparó una peli porno con muchos coños y tetas, al chaval se ve que le podía la curiosidad, porque no dejó de mirar ni un segundo a ese hombre que le estaba masturbando la polla con los labios. Vic se puso super cachondo y se dejó llevar por su instinto. Separó ligeramente las piernas de Thomas, le comió los huevos y tentó a la suerte colando los morros y la lengua por la raja de su culo. Y le gustó al jodío.

El chaval aguantó como un campeón la intensa mamada y Vic se habría tirado horas y horas comiéndole el pijote, pero hasta los chicos tan seguros de sí mismos tienen un límite. Vic se quedó con los morros pegados al rabo mientras el chaval se hacía la última paja y cuando vio los primeros chorretes de lefa volando fuera del capullo, le retiró la mano y la intercambió por la suya, se apoderó del pollón que seguía expulsando lefa y se la metió dentro de la boca para saborear los últimos mecos. Necesitó volver a encontrarse de nuevo con ese cachorro y lo consiguió, pero esa es otra historia.

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Battle Buddies 4: William Seed, Alex Fortin y Morgan Blake le meten un gang bang a Bellamy Bradley en el bosque | MEN

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Por si acaso, ¿os había contado ya que el motivo por el que el jovencito Bellamy Bradley acabó en un campamento militar fue por ser un adicto al sexo y un pajillero de pro? Y no pajillero como tú o como yo, sino de los que si sentía la necesidad de cascarse la polla, que eso venía a ser a todas horas, se sacaba la chorra en público y allí que se masturbaba. Un peligro para la sociedad.

La cosa parecía estar controlada después de que dos mamporreros ayudasen al instructor a meter su cacho polla gorda dentro de su culo, acostumbrado a que cada noche los cadetes dispusieran de su boca y de su culo como si fuera la mayor puta del reino, pero algo rompió aquella semana de continencia pajeril que hasta el momento había cambiado por folladas en toda regla, sustituyendo su mano por rabos ajenos: ver por la ventana la fuerza con la que el instructor Ryan le follaba el culo a uno de los suyos.

Aprovechó el entrenamiento matutino, cuando salían a correr y casi todos iban medio dormidos, para salirse del camino y adentrarse en el bosque. Antes de llegar allí, es algo que solía hacer a menudo, ir a darse una vuelta revista porno en mano, cruzar más allá de las vías del tren, meterse en un caserón abandonado e imaginar guarradas mientras dejaba su leche de adolescente por todos los rincones.

El tronco de un grueso árbol se convirtió en su nuevo respaldo. No le hicieron falta revistas, sólo conservar en la retina el culazo de Ryan bombeando, para sacarse el rabo y partírselo a manguerazo limpio. Pero pronto se dio cuenta de que en aquel puto campamento militar nunca podría tener intimidad. Al girar la cabeza, William Seed estaba de pie mirando cómo se pajeaba la polla.

A ese cabrón no le bastaba follarle el culo de noche, que ahora también quería darle rabo por el día, pero estaba tan buenorro que Bellamy echó mano a sus pantalones, se los bajó hasta las rodillas y le sacó el majestuoso y gordo pollón que hacía que se le cayesen las babas. Así tiró de la paja de forma más placentera, mientras se la comía enterita antes de que lo pusiera mirando contra su nuevo amigo el árbol y le diera por culo con toda su fuerza.

Bellamy ya estaba esperando a que de un momento a otro se escuchase un gemido y comenzase a resbalar semen entre sus piernas, cuando vio aparecer a dos tiarrones enormes y mazaos, que se sacaron otro par de rabos gordos y hermosos y se pusieron a masturbarse mientras miraban la follada. “¿Y estos de dónde coño habían salido?“, pensó.

¿Os había dicho que Bellamy era un puto salido come pollas? Sí, os lo había dicho, así que como imaginaréis, poco esperó para invitar a esos dos maromos a unirse a la fiesta en lugar de estar mirando. Alex Fortin y Morgan Blake hicieron equipo con William, turnándose para darle de comer polla y zumbarle el trasero. Le taparon todos los agujeros, dejaron ocupadas sus dos manos en todo momento y lo tumbaron sobre un tronco en el suelo mientras los tres lo rodearon y se pajearon las pollas hasta dejarle encima toda la leche.

Y ya véis, hasta aquí la historia del pajillero come pollas, al que sus padres llevaron a un campamento militar para curar su adición al sexo y mientras creían que se estaba curando, el muy cabrón se estaba poniendo las botas más que nunca en su puta vida. Si no se zampó miles de rabos en los dos años que pasó allí, no se zampó ninguno.

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Brian Tanner muestra su pollaza y su escultural cuerpo | Bentley Race

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El boca a boca es muy importante y no sólo por las mamadas que nos encantan. Me refiero al boca a boca que nos lleva de entre varios lugares a ir a uno en concreto o de fiarnos de una persona antes que de otra. Brian Tanner es amiguete de otro de los modelos que han trabajado con Bentley Race y al ver el resultado, pues por eso el chaval se ha animado a quedarse en bolas delante de la cámara. Total, nada malo puede pasar, como mucho que cientos de tios se pajeen la polla mirándote, todo cosas buenas.

Al principio Brian se muestra un poco vergonzoso, pero en cuanto se quita la camiseta y ve que el disparador de la cámara no para de sonar, va cogiendo confianza. Como para no tenerla, con esos ojazos tan grandes y ese cuerpo tan bien elaborado.

Lo mejor es que todavía queda otra sorpresa de cintura para abajo. Viendo lo depiladito que está por arriba, cualquiera diría que en su parte más varonil conserva todas sus aptitudes de macho. Piernas peludas y un rabo tremendamente largo y gordo, muy maleable, perfecto para los que gusten de tragar sin soltar una sola lágrima pero embutiéndose bien la boca de butifarra.

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Winter Games 1: William Seed revienta a pollazos a Brandon Jones en los vestuarios | MEN

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Cada delegación de cada país ya tiene concentrados a sus deportistas en las instalaciones, dispuestos a competir por las medallas en los Juegos Olímpicos de PyeonChang 2018. El tiempo que cada grupo de deportistas dispone de las pistas deportivas es limitado, por eso podemos encontrar en un mismo lugar a los duros y cachas jugadores de hockey sobre hielo como William Seed junto a los estilizados galanes de patinaje artístico como Brandon Jones.

Tan diferentes sobre una misma pista, pero iguales cuando acuden a los vestuarios masculinos que también están obligados a compartir. Y ya se sabe que cuando un montón de tios están concentrados sin coños a la vista y el hambre aprieta, empiezan a ocurrir una serie de fenómenos inexplicables, como que de repente el cachas se enamore del culito redondeado del galán y se le ponga dura mientras le mira quitarse las mallas.

Es entonces cuando se produce un choque, una confrontación de hombres con estilos diferentes y se desata la locura en los intercambiadores. Brandon intentando comerse la polla gorda con mucho arte, pero William agarrándole la cabeza con las dos manos obligándole a metérsela por la garganta mientras empuja con el culo para hacer fuerza y que entre a fondo.

Brandon agarrándose donde puede, manteniendo la compostura, mientras William le machaca el culo sin compasión a pollazos como un puto animal. Con la leche de los huevos ya fuera, llegan a un acuerdo, mejor no decir nada a sus respectivos entrenadores. Tanto si se pierde el partido como si el jurado otorga malas notas, pelillos a la mar.

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Cristian Sam taladra el culazo de Andy Star a pollazos | Tim Tales

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Dejarte el culo como una rosa. Suena bonito ¿verdad? Como si fuese parte de una poesía. Pues que se lo digan a Andy Star, que sabe muy bien lo que es que un macho argentino como Cristian Sam se lo deje así, literalmente, después de haberle follado el culo a saco paco metiéndole y sacándole la polla por completo todo lo larga y gorda que la tiene.

El argentino sabe cómo cuidar a los tios a los que se la enchufa. Primero les pone los morros finos de rabo, obligándoles a tragar, hasta que se ponen ciegos de polla y aprovecha para cerdear, para pasearles el rabo relleno de babas por encima de la jeta. Después los acuesta, les coge de la cabecita con cuidado poniendo la mano detrás, mete rabo y empala ayudándose con el culo, animándose cada vez más escuchando los gemidos de sus putitas.

Sabe manejarse en todo tipo de situaciones, un tio con gran experiencia. Con culazos tragones como los de Andy, no valen las medias tintas, hay que verter el tintero completo. Con otros tendría que ir con cuidado debido a lo voluminoso de su polla, pero Andy se lo traga todo y eso le obliga a jugar a sacar y meterla por completo, sintiendo a veces que le está destrozando el ojal. Pero no, juega tranquilo, que Andy da de sí para eso y para otra igual o dos más como la suya.

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Pietro del Toro se folla sin condón a Max Kovacs su antiguo compi de clase | Boyesque

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Tan de moda que están los reencuentros, seguro que más de uno de los que estáis leyendo habeis ido a alguno, por lo menos al de antiguos compañeros de instituto o de clase, sí, ese en el que al final casi todo el mundo intenta aparentar lo que no es, edulcorando su propia vida y en el que al final terminas vomitando de lo bonito que es todo.

Por suerte algunos van buscando zanjar temas que quedaron pendientes. Peleas que merecían un perdón que nunca llegó, abusones a los que poner en su sitio, historias de amor de quiero y no puedo o como en el caso de Pietro del Toro y Max Kovacs, finalizar esa paja juntos en el baño que fue interrumpida por los del equipo de fútbol. Y es que algunos del equipo dijeron haber escuchado gemidos de follada, pero nunca se descubrió quiénes eran los culpables o qué estaban haciendo.

Así que, mientras el resto de la gente vomitaba falsedades por la boca, ellos disfrutaron el reencuentro de lo lindo, tanto que se fueron a tomar por culo de allí, se buscaron una habitación de hotel sin que nadie se enterase, una vez más, y allí finalizaron todo lo que tenían que zanjar, paja, mamada y unas buenas petadas de culo, más que nada para que no quedase nada más pendiente.

Cuando Pietro le bajó los calzones y volvió a posar sus labios sobre la polla, se llevó una grata sorpresa. Claro, ya habían pasado unos añitos y las cosas crecen, colega. Fue un gustazo para él sentir de nuevo esa pollaza crecer entre sus labios, dentro de su boca, mucho más grande. Ahí es donde se quedaron la primera vez. Todo lo que estaba a punto de ocurrir eran experiencias nuevas para los dos.

Max le dio el relevo y ocupó su lugar. Si la suya era grande, la de Pietro ya era exageradamente gorda. Le llenaba toda la boca y sacó su lado más glotón. Tras las mamadas, los dos se exploraron el ojete del culo como perros, intentando decidir quién daba por detrás a quién. Pietro aprovechó mejor su turno, tentó metiendo un dedo por el agujero y salió ganando, porque a Max le gustó y le pidió rabo.

A pelo que se la metió, siendo fieles a como hubieran hecho en su momento de haber follado en los retretes, porque entonces no tenían pelas pa pagarse unos condones. Pietro se mordió los labios cuando Max decidió sentarse encima de la polla para cabalgarle. El cuerpo iba bajando poco a poco, empalándose en su tranca, todo apretadito.

Pietro terminó en plan macho, juntando las piernas de Max, elevándolas hacia arriba, colocándolas sobre sus hombros, cargando con todo el peso, abriéndole el ojete y perforándoselo a pollazos. Los dos más cerca que nunca, cara a cara, mirándose a los ojos y gimiendo de gusto mientras uno estaba dentro del otro.

El momento de máxima felicidad había llegado, ese del que hubieran sido expulsados del colegio de haber culminado el acto en los baños públicos. Pietro sacó su pollaza gorda del culo de Max, se pajeó sobre su cuerpo y Max se quedó mirando fijamente el lechámen que escupía el cipote con toda la leche cayendo encima de él. Max le reconoció que no tenía tan buen tiro, pero se pajeó y dejó caer una pastosa baba lefera encima de su ombligo nada desdeñable.

Para que después venga alguien a decirles que los reencuentros de antiguos alumnos son una tontería. Ahora a los dos les quedaba otra espinita clavada, porque siempre quisieron entrar a los vestuarios del equipo de rugby y comer pollas a pares como condenados. Quizá para la siguiente reunión.

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El presidente Lee desvirga el tierno culito del mayor Dalton | Mormon Boyz

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En la congregación, cada vez andan más preocupados por los caprichos del Presidente Lee. Cumple con la legalidad, pero es que en una de las últimas ocasiones, justo a las doce de la noche, mientras aún estaban sonando las campanadas, ya se estaba follando a un chavalín recién cumplida la mayoría de edad. Siempre al límite el cabrón, le encanta follarse los culitos tiernos que van entrando y busca a los más cerdetes, a los que andan buscando que papi les dé el biberón para trincárselos como a un pavo.

Desde que el mayor Dalton entró, le tiene muchas ganas y se apuntó el primero para meterle la iniciación. Un chaval pequeño, guapísimo, de ojos azules, cuerpo delgado pero fibradito. Irresistible para su apetito sexual, no negó que se calzó alguna que otra paja pensando en el gran día.

El día de la iniciación el chaval estaba nervioso. Sabía lo que iba a pasar porque ya se lo habían chivado los compañeros y era normal, teniendo a un tio tan grandote e imponente lubricándole el cuerpo, purificándoselo, sabiendo que después tendría que comerle toda la soberana polla. El miedo no impidió que se le pusiera bien dura. Y para su edad y su complexión, la tenía bastante grande y gorda. Se le empinó hasta arriba.

El presidente le abrazó fuerte, sus rabos duros entrechocaron, Lee le metió algún que otro dedo por el ojete preparando el camino, un dedo tan grande como una polla. Dalton, que al principio podía parecer tímido, se puso cachondo y tomó la iniciativa. Se agachó y se agarró co¡n la mano y la boca como un clavo ardiendo al rabo del presi. Le bajó los calzones blancos y se quedó alucinado con la pedazo pija que se gastaba.

Cuando se la metió en la boca, era tan gorda que tuvo que hacer el esfuerzo de su vida, porque ni abriéndola a tope conseguía arañar centímetros de más, se le había quedado encasquetaba y no iba ni para alante y para atrás la muy puta. Lee también se encariño con la polla del chaval, pero mucho más con su culito.

Fue al dejar que se incorporarse hacia adelante sobre la mesa cuando descubrió ese trasero de lujo e inexplorado hasta ahora. Un culito suave, tierno, pequeñito, redondo. Dio la vuelta al chaval y le hizo ponerse boca arriba para recibir la bienvenida. Quería mirar esa carita guapa y esos ojos, quería ver la reacción dibujada en su rostro la primera vez que le metiese la polla gorda por ese culito prieto, la primera vez que le desvirgase.

Al blandirle el trasero con tantas ganas, casi se corre dentro, pero mereció la pena aguantar para ver cómo después ese pequeño ángel se convertía en un diablillo saltando sobre su rabo, cabalgándole al trote mientras se pajeaba y le dejaba toda la lefa encima. El presi le inauguró el culete con una mansalva de lechazos. Él había sido el primero.

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Hector de Silva se folla a Adam Ramzi en la sauna | Raging Stallion

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Este spa está hecho para aventureros del sexo. Hombres de todo tipo se dan cita y entran como quieren, desnudos o vestidos. Chulos de barrio con vaqueros y camiseta ceñidos, ejecutivos que acaban de salir del trabajo y andan buscando desfogarse para sacar toda la mala leche (y la buena también) que llevan dentro reventando algún que otro culo, malotes con gorrita que buscan relamerse los morros después de que una banda de pollones les hayan dejado el semen encima. Todo tiene cabida en este spa. Aquí todo es libre y opcional.

Para Hector de Silva, el spa se ha convertido en su destino cada sábado por la tarde, y más después de la grata experiencia junto a un tio más guarrete imposible, al que dejó el cuerpo lleno de lechazos. La mente no olvida, así que repite. Buscando nuevas experiencias, esta vez va directo a la sauna, directo hacia una de sus fantasías, encontrarse allí a un grupo de tios sudando por el calor, musculosos, que todos se saquen el rabo y hacerse una paja en grupo.

Cuando llega, encuentra algo mejor que todo eso, un solo hombre que vale por mil, a solas, esperando a alguien, tremendamente atractivo, guapo y que logra despertarle la polla como nunca nadie lo ha hecho hasta ahora. Adam Ramzi levanta la mirada, está buenorro, quiere follárselo, pero se promete a sí mismo que si ese macho pide follárselo a él, no le negará el cumplido.

Se besan y se comen las pollas el uno al otro como si no hubiera un mañana. Al final Adam se tumba boca arriba y se abre de piernas. Hector se siente por un momento como un principante sin saber cómo afrontar el culo de un machote así, pero al final encuentra el camino, le clava el cipote y arrastra todo el pollón dentro haciéndole gozar del gusto.

Se lo folla a cuatro patas. Boca arriba la curvatura de la pija de Hector hace de las suyas. Demasiado placer como para no dejarse llevar y soltarlo todo, que es lo que hace Adam, dejarse lo blanco encima. Ese puto spa le está dando demasiadas alegrías. Cuando sale de allí, con los cojones liberados, marca en su agenda otra cita para la próxima semana dejarse caer por allí, a ver qué pasa en la siguiente.

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Bo Sinn penetra el culito de Daniel Hausser sin condón con su gigantesca pollaza y se corre dentro de él | BROMO

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El pequeño Daniel Hausser siempre creyó que era imposible correrse sin tocarse a no ser que fuera en la cama teniendo un sueño húmedo, pero cuando despertó esa mañana y se encontró a su compi de piso Bo Sinn tirado en el sofá, completamente desnudo, con esa pintaza de emportador que tenía, musculoso, cuerpazo, tatuado, la polla enorme y flácida que le colgaba entre las piernas, tan larga que casi tocaba el sofá, apoyada sobre unos buenos huevazos, se le puso el pito tan duro que al menos un poco de precum mojó la huevera de sus calzones.

Bajó las escaleras sin hacer ruido con la intención de coger los gayumbos que el cabrón se había dejado tirados en el suelo. Le encantaba que entrara por la puerta y empezara a quitarse la ropa. Al fin y al cabo esa era la guarida de dos tios y ni de coña Bo había imaginado que a su compi le tiraban los rabos, ni se había detenido a ver la cara de Dani cuando se quedaba por la casa en gayumbos enseñando un buen paquetón o la de veces que la puerta del baño aparecía misteriosamente entreabierta cuando salía de la ducha.

Dani cogió los calzones y lo primero que hizo fue esnifar el aroma de la huevera. El irresistible olor a polla se le metió por las fosas nasales y notó cómo su estrecho culito empezaba a dilatar. Como un niño con su regalo, subió a su habitación y siguió esnifando mientras se vestía de lencería, imaginando que era una de esas pibitas que Bo se traía a casa y que no paraban de gemir mientras se las follaba como un puto animal.

Debería haber cerrado la puerta. Bo despertó y fue en busca de sus calzones. Menudo espectáculo el que se encontró al mirar en la planta de arriba, su jovencito compañero de piso de rodillas frente a la cama, vestido con lencería femenina y oliendo su prenda más íntima. Dani se volvió asustado y lo que vio le dejó completamente desarmado. El tiarrón de Bo ahí de pie, en bolas, con el jodido y bestial rabo colgándole y meciéndose entre sus piernas.

No pudo resistirse. Dani se dio media vuelta, le agarró el pollón con la mano y empezó a mamar con muchas ganas. Bo puso las manos detrás de la espalda y dejó que ese chavalín disfrutase de su gigantesca verga. Total, iba a empezar como cada mañana haciéndose una paja en la ducha, pues así ya se la daban servida y en bandeja. No contaba con que precisamente el pequeño Dani iba a ser, de entre las tias y los tios con los que había gozado en la cama, el primero que iba a lograr tragarse su pollaza de casi treinta centímetros enterita hasta los huevos.

Joder, qué preciosidad su gorda y larga tranca en manos de ese chavalín tan pequeño, surcando sus labios, penetrando su boca hambrienta de polla. Metérsela por el culo sin condón fue igual de espectacular. Parecía increíble, casi magia, ver cómo algo tan grande se metía por un agujero tan sumamente estrecho. Pero vaya que si tragaba el pequeño cabroncete, como si estuviera acostumbrado a comerse una de esas al día.

Se lo folló como a una buena puta y estaba tan cómodo dentro de ese precioso agujerito con tacto sedoso, que se corrió dentro de su culo dejándole una buena preñada. Le sacó el rabo enorme y mojado, todavía soltando lefa por el cipote. De tanto meter y sacar, le había dejado un agujero negro, un hueco que tardaría días en cerrarse. Dani hizo fuerza con el esfínter, dejando a la vista un pedazo rosetón por el que rezumaba toda la leche que le había metido dentro.

VER BITCH BOY EN BROMO.COM

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Continúa la orgía a 11 en Fire Island con Alexander Volkov, Andrey Vic, Drake Masters, Drew Dixon, Ian Frost, Jackson Radiz, Manuel Skye, Max Adonis, Max Arion, Ruslan Angelo y Shane Jackson | Lucas Entertainment

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Nos encantaba follar como hombres salvajes, salir de entre la espesura de los árboles de la isla de Fire Island, eoncontrarnos unos a otros, desnudos, con las mingas colgando, echar un vistazo rápido, congeniar con alguien, elegir pareja o grupito y ponernos de rodillas a comer rabos o abrirnos de piernas para que nos la metieran, todo al natural, sin condones, las pollas firmes y duras penetrando nuestros culos de macho.

Mis colegas Alexander Volkov, Andrey Vic, Drake Masters, Drew Dixon, Ian Frost, Jackson Radiz, Manuel Skye, Max Adonis, Max Arion, Ruslan Angelo y Shane Jackson y yo nos sentíamos como los primeros hombres, sin comodidades, empleando los elementos de la naturaleza para chupar, para dejarnos embestir por tios que rabiaban por meterla en un agujero.

Que nos gustase lo salvaje no quería decir que también nos encantase ponernos cómodos. Para eso teníamos nuestro espacio de recreo, un pequeño claro en el bosque cerca de la playa donde habíamos montado nuestro paraíso para follar todos en grupo, con una gran sombrilla que nos protegía del calor del sol en verano para que no sudásemos más de lo que ya lo hacíamos.

Teníamos también un amplio sofá donde a duras penas cabíamos cuando nos juntábamos los once para hacernos pajas. Apretujados, sintiendo al lado los cuerpos calientes de los colegas, terminábamos aprovechando el espacio al máximo masturbando las pollas de los compañeros. Un sofá lleno de lefa reseca por todas partes, no sólo de la que salía de nuestras pollas, sino de la que caía de ojetes inquietos que necesitaban ser preñados. Ese sofá olía a macho y su olorcito a semen nos volvía locos.

En el centro había otro sofá cuadrado en torno al cual nos reuníamos. Nos encantaba cuando un de nosotros se animaba a hacer de putita, poniéndose a cuatro patas y dejando que los demás le fuéramos dando por el culo turnándonos. Diez pollas duras y enormes agujereando un mismo culazo. Todos en fila, esperando el turno para sentir el gustazo de un culo apretado. Lo que más molaba era ir corriéndonos uno a uno y meterla aprovechando la resbaladiza lefa de los que ya se habían corrido dentro, el esperma de los amigos cubriéndote la polla, resbalando por tus huevos.

Ese día nos pusimos a follar todos con todos. Hubo alguno que se llevó la mejor parte, como Drew, que se atrevió a dejarse meter dos pollas a pelo a la vez, además bien grandes, la anaconda de Max y la robusta del machote Drake.

El sofá no sólo servía para hacernos pajas en grupo, sino para hacer una de las cosas que más nos guataban, los deliciosos y fascinantes trenecitos. En más de una ocasión habíamos intentando ponernos los once de lado enganchados por las pollas, pero en vistas de que era harto difícil, nos conformábamos con trenecitos de a tres, mucho más cómodo. Y en eso, Drew estaba en todas también. Su exigente culazo necesitaba de montones de rabos para quedar satisfecho.

Precisamente él se corrió encima mientras Max Arion le inseminaba el interior del culo con su descomunal rabo de caballo. Cuando Max le sacó el rabo, ocurrió toda una cerdada. Por el agujero empezó a dejar caer toda la lefa encima de la enorme polla. Max se la enderezó y se la volvió a meter cargadita por el culo.

Corridas sobre los panderos, otros más glotones que acabaron con la boca y los morros llenitos de lefa, rabos y cojones bien mojados. No faltó leche para nadie. Nos habíamos corrido ya ocho de nosotros, pero aún quedaban tres. Nos sentamos en el sofá a disfrutar del espectáculo.

El rubito guaperas Ian era todo un caramelito y para Manuel era su ojito derecho. Le encantaba empotrarle mientras admiraba su belleza y entre los dos había una química demasiado especial. La forma en la que se lo follaba con su gruesa, larga y enorme polla, no era de vicio como hacía con los demás, sino que había amor y cariño. Se lo zumbó hasta notar el cosquilleo en la columna, entonces sacó el miembro de su culo y le regó con sus potentes lefazos. El rubito acabó con los muslos, el torso y el culete salpicados, llevándose de lejos la mejor corrida del mejor disparador.

VER 11-MAN FIRE ISLAND BAREBACK ORGY EN LUCASENTERTAINMENT.COM

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Daniel penetra el culazo de Robbie sin condón y le mete una lluvia de lefa en el ojete | Sean Cody

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A Robbie le encantaba sentirse cuidado por un hombre y en Daniel encontró todo lo que le llenaba, en el más amplio sentido de la palabra. Le gustaba exhibirse con su jovencito daddy por la playa, tomando el sol o jugando al volley, besarse con él en público, sintiendo en la nuca esas miradas de envidiosos y envidiosas que hubieran dado todo por estar en brazos de ese guaperas de pelo canoso y tan varonil.

Y por supuesto mucho más le gustaba tumbarse encima de él en el sofá, con peli y manta, sintiendo el calor de su cuerpo, la protuberancia entre sus piernas, tocarle sin querer queriendo sus partes íntimas, sentir su abrazo y después de la peli quedarse en bolas, comerle su larguísima y preciosa trompa de macho mientras él se estiraba a cuerpo de rey, pasándose los brazos por detrás de la cabeza. Robbie miraba hacia arriba y se ponía cachondo, viendo sus sobacos peludos, su pechote de lobo. Y volvía a mirar la larga polla y le entraba un hambre voraz de ese tio que era tan perfecto en todos los sentidos.

Después se ponía a cuatro patas y le regalaba el culo. Un culazo suave tras el que Daniel no tardaba en ponerse dirigiendo su larga tranca hacia el agujero. Robbie sentía el rabo caliente y sin condón partiéndole el ojal, insertándose en sus profundidades, después sus manos agarrándole por las caderas, por los hombros y zumbándole.

Una vez que se la metía por el culo, el cabrón no paraba, pero estaba tan bueno que Robbie se dejaba hacer todo lo que quisiera. Le molaba tumbarse en el suelo, apoyando la cabeza y los hombros. El resto de su cuerpo en manos de ese machote que empuñaba su culo a pollazos taladrándolo desde arriba. Así podía verle al completo, incluso la polla metiéndose dentro de él y la traca final de lefazos, potentísimos, interminables, una lluvia de lefa que su cara y su culo disfrutaban de buen grado, dejando claro que los cojones de Daniel eran la mejor fábrica de leche del mundo.

VER A DANIEL Y ROBBIE EN SEANCODY.COM

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Jack Harrer y Jim Kerouac combaten sobre el ring | Bel Ami Online & Kinky Angels

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A nuestra derecha, con veintitrés años, uno setenta y cuatro de altura, sesenta y ocho kilos y veinte centímetros de rabo, el checo Jack Harrer. A nuestra izquierda, con veintidós años, uno setenta y ocho de altura, sesenta y cuatro kilos y diecinueve centímetros de polla, el húngaro Jim Kerouac. Tres, dos, uno, que comience el combate.

Tremendo derechazo de Jim, que deja el ojo de Jack morado. Jack saca toda su rabia, toda su mala hostia y le devuelve la jugada. Los minutos van pasando y este combate está igualadísimo. Hay gente del público metiéndose la mano por debajo de los pantalones, otros directamente se han sacado la verga y se la están pajeando y no es para menos, con esos cuerpazos tan jóvenes, musculoso y sudados sobre el ring.

Vemos cómo los calzones van resbalándose de sus caderas. Miren qué preciosidad. Podemos ver desde aquí el nacimiento de las rajitas de sus bonitos culos. Les van pesando los brazos, pero yo creo que hay otra cosa que les pesa mucho más y la tienen entre las piernas. Jack usa los guantes para bajarse la parte delantera de los gayumbos y el público irrumpe en una exclamación al unísono al ver su gigantesca pollaza. Los huevacos sobre la goma de los calzones la levantan y la ponen recta mirando hacia el frente. Es enorme, es larga, es gordísima. Menuda tranca.

Ha conseguido su propósito, no el de hacerse correr al público, que ya lo están haciendo, sino despistar al rival que se queda con la boca abierta. Pero cuidado que Jim usa la misma técnica y está sonriendo. ¿Tendrá acaso guardada en la huevera otra arma igual o mayor? Una cabeza me impide verlo, escucho el clamor popular y aplausos. Ya, ya puedo verla. Joder, es enorme, casi igualita. Parecen pollas gemelas hechas para combatir. Se deja la goma justo por encima de las pelotas, para que el misil se quede mirando hacia arriba, potente. Me sentaría sobre ese rabo ahora mismo hasta sacarle la leche.

Algo está pasando. Los dos contendientes han tirado la toalla. Ya no hay golpes. Se abrazan, acercan posturas, se plantan cara, cierran los ojos y sacan la lengua. Se están dando el lote. Miran al público de forma lasciva. La lucha ya no está a la altura de sus hombros, sino más abajo, donde sus enormes pollas entrechocan y se deslizan una sobre otra.

@ fotografías “Boxing Love” de Joan Crisol para BelAmi. Mira más fotos y hazte con todas en alta definición suscribiéndote a BelAmi desde el siguiente enlace

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MAKING OF

Rafael Alencar destroza a pelo el culazo tragón de Tanner Thomas | Lucas Entertainment

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Cuatro veteranos del porno se follan culitos de jóvenes con muy buena trayectoria. Tanner Thomas no veía el momento de estar frente a uno de sus grandes ídolos y cuando lo hizo, cuando su cuerpo estaba entre los brazos de ese macho, cuando pudo tocarle en vivo y en directo los pectorales, cuando vio el pedazo de rabo que se dibujaba por encima de sus pantalones al quitarse la camiseta, flipó en colores.

Se deshizo en gemidos de placer cuando Rafael Alencar fue besándole el torso de arriba a abajo. Debería haber sido al revés, pero el que acabó primero de rodillas en el muelle fue él. Por suerte, Tanner tenía una más que larga polla para ofrecerle. A pesar de los nervios, había empalmado sin problemas. Como para no hacerlo. Rafa dio buena cuenta del rabo de ese guaperas, fijándose también en las buenas pelotas que le colgaban entre las piernas mientras chupaba. Tenía una buena dote el colega.

Pero no mejor que la suya, eso lo sabían los dos. Tanner, que aprendía rápido de las cosas que le gustaban, hizo lo mismo que Rafa. Besó todo su cuerpo serrano de arriba a abajo y le quitó los pantalones. Descubrió que su estrella llevaba unos gayumbos blancos de Calvin Klein bien ajustados y que el rabaco, a pesar de estar cargando hacia la derecha empalmado, estaba a punto de salirse por encima de la goma.

Tiró de ella hacia abajo y comprobó que esa polla era como la que había visto en los cuentos. Salió disparadita hacia su cuello, sintió el toque experto del cipote raspándole la barbilla. Era larguísima. Le encantó poder ver de primera mano su forma cilíndricamente perfecta, su tez morenita, la forma en la que el pellejo recubría el cipote sin llegar a ponerle la capucha del todo, quedándose pegadito a él con su lubricante natural. Un apetito voraz se despertó dentro de él.

Sacó la lengua y la metió dentro de ese pellejo antes de ponerse a tragar rabo como un cabrón. Qué guapa era y qué rica estaba. La de tios que se habrían puesto delante de él así de rodillas. La de tios que habrían mamado ese pollón tan grande. Era un puto monumento que se veía en la obligación de meterse por la garganta. Le pajeó el rabo mientras se la chupaba y le cogió de las pelotas, donde se estaba creando ya ese néctar del chico de oro.

Allí al aire libre en el muelle, no había cama, pero a Rafa no le hacía falta una para conseguir meter un gag the fag a ese mamoncete. Subió una pierna al banco, colocó estratégicamente la cabeza de Tanner entre sus piernas y le folló la jeta ahogándole con la polla, haciendo que al chaval le salieran espumarajos de saliva por la boca, cayendo por su barbilla. Tanner soltó unas buenas arcadas, pero después se acostumbró y él mismo metió más la cabeza entre las piernas de Rafa y tragó más de la cuenta, sobándole los pringados cojones y dejándose penetrar por la verga.

No podía creer lo que estaba a punto de pasar, pero era real. Se puso de rodillas en el banco dándole la espalda. Cogió un poco de lubricante que llevaba a mano y alargó el brazo hasta atrapar la polla de Rafa con la mano. Joder, era enorme. Sonrió de gusto. Intentó conducir el trabuco hacia el interior de su culo, pero Rafa le retiró la mano para enseñarle quién iba a llevar el mando a partir de ese momento.

Le metió un par de tientos, culeando y penetrándole con el cipote. Después de eso, dejó el primer tercio del rabo dentro de su culo y tiró hacia adentro. Se lo folló sin condón con su gorda maza y en cuanto le dejó un buen hueco abierto, le hizo la misma jugada que cuando le dio de mamar verga. Subió una pierna al banco para tener un punto de apoyo con el que hacer fuerza y le destrozó el culo a pollazos.

No contento con esto y viendo lo cómoda que su polla entraba por el recto, Rafael iba a conseguir que ese chaval se fuera mejor follado que en toda su vida. Empezó dándole por culo por detrás y fue girando, de lado poniéndole un pie en la espalda y acabaron culo con culo los dos encima del banco, enganchados por el rabo, como un par de perros callejeros.

Tanner tenía claro quién era el puto dueño de su culo. Se tumbó bocabajo mientras el sol se ponía. Perdió la cuenta del tiempo que llevaban follando, pero estaba tan a gusto que no le importaba. Alzó el culete y Rafa se lo folló. La tenía tan larga que Tanner se dio el gustazo de pajearle el rabo alzando y bajando el trasero. Después se lo montó como un jinete. No quedó postura por probar.

Viendo cómo su estrella favorita empujaba la polla dentro de su culo, sintiendo cómo toda esa larga y gorda maza le tocaba puntos que ningún otro hombre le había tocado, Tanner se cascó un pajote y se corrió encima. Ahora estaba a punto de asistir a otro momentazo. Rafa le sacó la verga del culo. La tenía durísima y bien gorda, con el cipote a punto de estallar.

Un lefote grumoso salió de la raja de su cipote y se quedó colgando apenas un segundo antes de caer encima de sus pelotas. A ese le siguieron otros iguales que caían por los huevos, por sus muslos. No paraba de salir leche de esa fábrica de ilusiones y se recreó la vista con eso que tanto le gustaba de él, la forma en la que controlaba la corrida, dirigiendo la polla donde le convenía, ensuciando de blanco lo que le salía de los huevos.

Se estrujó la polla varias veces como si acabara de mear y los últimos colgajos de semen cayeron cerca del ojete. Recién corrido, Rafa enfundó la polla de nuevo dentro del culo del chaval. Sacaba y metía el enorme pene que ahora estaba lubricado con su propio semen, el que le había dejado a las puertas del agujero. Tanner le pidió que acudiera a su boca y el muy guarrete le relamió toda la lefa que le quedaba encima. Ya era de noche. Tanner se quedó tumbado, otra vez empalmado, con la entrepierna mojada, relamiendo el saborcito de macho dentro de su boca.

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Abel Sanztin se folla el culazo tragón de Ken Summers sin condón y se corre encima de su boca | Fucker Mate

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Estaba pelando una manzana y Ken Summers se preguntó por qué su compi de piso le preguntaba si quería comer plátano, si la cesta de fruta estaba sobre la mesa y él mismo podía servirse. Apartó la mirada del cuchillo y la manzana y a punto estuvo de cortarse. Se quedó con la boca abierta mirando cómo Abel Sanztin se daba la vuelta, marcando bajo los calzones una pedazo trompeta enorme que calzaba hacia la derecha, llegándole justo hasta la cadera.

Cuando Abel se bajó la goma de los calzones y empezó a sacársela, toda durísima, enorme, gorda, larguísima, Ken se derritió mordiéndose el labio, poniéndose tontorrón, observando como se la pajeaba lentamente, de corrido, de la base a la punta del rabo, deseando probar ese plátano gigantesco que su compi le estaba ofreciendo, un desayuno para campeones.

Por supuesto que estaba dispuesto a cambiar una pieza de fruta por otra así, no tenía ni que pensárselo dos veces. Soltó el cuchillo y la manzana, se acercó a Abel, le cogió con una mano de las bolas y se pegó el atracón padre con esa majestuosa verga que conseguía llenarle la boca por completo, una enorme y larga barra de carne que conseguía saciarse su apetito voraz.

Tan delgadito, con una cara tan fina y juvenil, intentando darle un giro a la edad con esa barbita de varios días. Cuanto más le miraba y lo pensaba, más cachondo se ponía, intentando en vano comprender cómo algunos tios tan delgaditos tenían semejantes pollones guardados en la huevera de los calzones. Se sacó la polla de la boca para besarle. El rabaco cayó por su propio peso mirando firme hacia el frente, balanceándose arriba y abajo, rebotando. Abel agarró a Ken con una mano por detrás de la cabeza y le pegó un morreo mientras con la otra se pajeaba.

Ken se tumbó de lado sobre la mesa de la cocina. Ya le habían dicho de pequeño muchas veces que con la comida no se jugaba, pero a ver quién era el guapo que cumplía a rajatabla las órdenes teniendo un rabo así para chupar, para deleitarse contemplándolo lleno de babas, para atragantarse si hacía falta. Estaba exquisito y el hecho de que no fuera exageradamente gordo le ayudaba a colarlo a través del estrecho paso de su garganta.

Se tumbó bocarriba y se dejó hacer un gag the fag, una buena puta alimentada. De vez en cuando se la sacaba para tomar un breve respiro y le lamía el tronco y los huevos, sintiendo el peso de esa polla y el calor que desprendía deslizándose por encima de su nariz y sus ruborizadas mejillas. Por la forma en la que se la estaba comiendo, aquello no estaba siendo un simple desayuno, se estaba convirtiendo ya en un festín de un auténtico cerdo.

La mirada perdida en el infinito, tragando polla, sintiendo en las napias el aroma dulzón de sus pelotas que se habían pasado un día entero encerradas en los apretados calzones. Cuando se puso de rodillas para contemplar esa obra de arte, ya tenía los morros bien mojados de tanto mamar. El rastro de unas lágrimas habían brotado de sus ojos y resbalaban por sus mejillas. Eran lágrimas de puro placer.

Cogió el cilindro y se arreó unos buenos pollazos sobre la jeta antes de seguir masturbándosela entre los labios, dejándola preparada y bien engrasada para que así pudiera metérsela como a él más le gustaba, sin condón, sintiendo todo el calor y la textura de esa enorme y gigantesca barra perforando su orificio. Se puso de pie para que le diera por culo y durante ese breve recorrido, sintió el roce del suave y caliente cipote rozándole el cuello, el pecho, la cadera.

Alzó una pierna sobre la mesa y le dejó abierto su predispuesto melocotón. Un culito tan suave, tierno, redondito y apretado que Abel se negó a mancillarlo así con su enorme miembro viril, con un aquí te pillo y aquí te cepillo. Se agachó para degustarlo, para despacharlo a lengüetazos, para rasparlo con su barba de machote, para hundir el pulgar de su mano en la hendidura y notar el calor que desprendía. Pocos tios sabían comer el ojete de un hombre así de bien, tomándose su tiempo para realmerlo, para retirarse a tiempo y hacer que palpite deseando una lengua experta que lo domine.

Abel, con la tranca a punto deseando meterse por un agujero, estaba más que preparado, sentado en la silla, devorando el culazo de Ken que se había subido sobre la mesa y tenía las rodillas dobladas reposando las nalgas sobre la cabeza de su compi.

Fueron hasta el salón. Allí Ken volvió a coger la postura, dándole la espalda, subiendo un pie al sofá. Abel atacó por detrás. Se la hundió a pelo por el ojete. Tan ajustada que ni entraba ni salía. La soltó de su mano y empezó a culear, haciendo que su enorme tranca se deslizara de una vez por todas dentro de ese agujero que le volvía loquito.

Nada más sentir la presencia de algo tan grande taponándole por detrás, Ken se puso a gemir como una perra, se agarró la polla y empezó a pajearse mientras ese machote se lo zampaba a traición. Otra vez la mirada perdida, en el infinito, dejándose llevar por el placer que le proporcionaba ese pollón tan largo que llegaba a puntos erógenos dentro de su cuerpo que ningún hombre le había tocado antes. Todavía vírgenes, esperando a que un tio tan bien dotado como aquel llegase para desvirgarlos por completo.

Hombres así se merecían uno de sus bailecitos masturbadores, sentándose encima de su tranca, pajeándola duro con el culete. Ken saltó sobre esa gigantesca, durísima y empinada verga con todas sus ganas y sus fuerzas, reventándola de gusto. Miró a Abel, que no se conformaba con poco. El tio, además de guaperillas y super dotado, tenía un aguante de la hostia.

Ken le dio la espalda y volvió a sentarse sobre su polla, aprovechando la estabilidad que le daba el tener los dos pies en el suelo o en el sofá para saltar incluso más fuerte y más alto, dejando caer todo el peso de su cuerpo empalándose en el cilindro de ese zagal por completo.

Después de sentir toda esa enorme porra machacándole el culo, sacársela y volver a sentir el suave cipote intentando abrirse paso hacia el interior de su cuerpo, volvía  convertirse en una experiencia inolvidable, comparable con la primera vez. Ken se sentó en el reposabrazos, abierto de piernas. Le encantó ver acercarse a Abel, con la pija dura y larga meciéndose entre sus piernas, sentir cómo segundos después los dos compis de piso se fundían en un solo hombre, enganchados como perros callejeros.

Ken regresó a las piernas de su macho. Se sentó encima clavándose en su rabo, pero esta vez mirándole a la cara. De haberlo hecho antes, habría sucedido lo que estaba a punto de suceder. Empezó a pajearse rápido y duro y después de salirle un “hostia” del alma, soltó una lluvia de chorrazos blancos y espesos al aire, nutriendo el delgadito torso de Abel, que contemplaba cómo ese pequeño cabronazo se estaba corriendo encima de su cuerpo.

Relajadito y bien corrido, Ken se tumbó en el sofá, abriendo la boca. Abel estaba de pie, masturbándose, acercándose pasito a pasito a la cara guapa de ese cabroncete hambriento. La leche salió de la polla como la lava de un volcán, bien espesa y con grumitos. Ken inclinó la cabeza y sacó la lengua a tiempo para recoger todo el colgajo de semen que caía del cipote como miel.

Lo prometido. Se había comido un buen plátano y ahora estaba relamiéndose con la leche, con los morros llenos de lefa. Como un cerdo esperando su comida, agarró el pollón de Abel y lo exprimió con la mano, haciendo que por la raja del capullo brotara ese exquisito manjar. Se lo relamió y siguió exprimiendo. La soltó, mirando cómo rebotaba, grandiosa, corrida, cargada de leche. Ya no tenía la mirada perdida en el infinito, sino bien enfocada, hacia esa enorme y gigantesca polla hecha para dar placer… y unos buenos desayunos, para campeones.

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Diego Sans se folla a saco el flexible culazo de Michael Boston en una magistral clase de estiramiento | MEN

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Al salir de las clases de estiramiento en el gym, hay todo un mundo de pasiones. A Michael Boston se le ha puesto el culo ardiendo viendo tantos tios buenorros con esas camisetas ajustadas a sus biceps y pectorales y esos pantalones apretados marcando sus voluminosos paquetes. Sin ir más lejos, tenía un tio enfrente que cuando ha separado las piernas, ha alucinado con el pedazo de bulto que se le marcaba en la huevera. Ir al baño en ese momento se convirtió en una necesidad.

Michael sabe que Diego Sans está loquito por su trasero. Se lo demuestra cada tarde cuando pasa por detrás de los chicos y a él es al único al que le corrige la postura tocándole el culo. Pero no lo hace con un toque ligero, como el que puede dar un compi futbolista a otro en mitad de un partido, lo hace con ganas, apretando y recreándose con su forma redondita y perfecta

El profe está siempre dispuesto a dar clases personales. En casa Michael hace todo lo que no puede en el gym. Da la espalda a Diego, se baja los pantalones justo por debajo de las nalgas dejando su dulce melocotón al descubierto y no tarda en notar las manos calientes de su profesor haciéndose con su culazo, su boca echando el aliento en la raja, una lengua húmeda y experta intentando penetrar dentro de su apretado ojete.

Adora estar boca arriba en el sofá, abrirse de piernas y tener a ese macho encima comiéndoselo a besos mientras le mete los dedos por el culo y le hace desear correrse. Sus muslos varoniles y peludos contra los suyos, impidiendo que se relaje y se cierre, siempre con el culo abierto. Cambia los dedos por su enorme polla y le llena de placer machacándole el agujero, haciendo de él un hombre más flexible y vicioso.

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Calvin Banks se folla a Chris Harder sin condón y se corre sobre su espalda | Himeros TV

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Dime si serías capaz de ponerte frente a otro hombre, decirle lo que te gusta de él, expresarle abiertamente qué te gustaría hacerle o que te hiciera. ¿Y al contrario? Descubrir qué es lo que le gusta de ti y lo que le apetece hacerte en ese mismo momento. Quedarse desnudos uno frente al otro y sentir en el termómetro infalible que llevamos entre las piernas si la atracción es mutua.

A menudo no hace falta ni cruzar demasiadas palabras. Entre Calvin Banks y Chris Harder se lo dicen todo con la mirada. Están los dos uno frente al otro. Calvin baja la vista hacia su camiseta. Chris entiende el mensaje y se la quita. Pechote peludo, cuerpo fibrado, no tanto com el suyo pero va por buen camino. Chris se baja la goma de los pantalones mientras se da la vuelta. Frota su trasero al descubierto contra el paquete de Calvin, notando su chorra todavía blandita, sus huevos.

Calvin se lo agarra con las dos manos y mientras Chris se agacha para sacarse los pantalones, imagina cómo sería metérsela por ese precioso culo. No va a tener que esperar mucho, pero antes hay otras cosas que quieren hacer. Chris se tumba desnudo sobre el colchón que hay en el piso y se ponen a disfrutar de un sesenta y nueve de culo y rabo.

Ambos lo gozan con el placer anal. Sentir los dedos calentitos de otro tio perforándote el ojete, tocándote el interior, un dedaco juguetón llevándote a la locura extrema cada vez que te toca ese punto tras la próstata. Muchos hombres reniegan de ese placer, por creerse menos hombres, por creer que está supeditado a preferencias sexuales. No saben lo que se pierden.

Para Chris es un vicio como el comer pipas. El tio se pone de pie y deja que Calvin le de un masaje. Le encanta sentir ese gustito desproporcionado que le derrite el cerebro y le convierte por unos momentos en un puto animal sin consciencia, dejándose llevar por sus instintos más primarios.

Pero nada es comparable a una buena polla, más grande, más dura, más larga. Chris se tumba bocabajo y se abre los cachetes del culo. Calvin se pajea observando la forma de ese agujero que desea su polla. Lanza un salivazo desde arriba para lubricarlo. Se lo piensa jalar sin condón. Se la mete directa. Sus grandes cojones colgando y descansando en la hendidura entre los muslos. Chris los nota bien calentitos y su ojete se expande de gusto.

Después una barra llena de energía, entrando y saliendo de su interior, enorme, gorda y dura. Las tersas pelotas de ese machote golpeándole la entrepierna. Dobla un poco las rodillas y eleva el trasero para sentirla bien adentro. Ninguno de los dos reprime sus deseos. Calvin acorta distancias y se inclina. Chris puede notar sobre su espalda el calor que desprende el torso de ese hombre, su aliento de vicio de follador cuando se encuentran cara a cara.

Calvin le coge la mandíbula, retira un poco la cara y le suelta un escupitajo en la boca. Chris no se lo esperaba. Primero se queda degustando la saliva de otro hombre en su boca todavía abierta, después traga y sonríe. No esperaba ser tan zorra y eso le encanta. Calvin saca el rabo de su interior y en cuestión de segundos nota un líquido esparciéndose por su espalda y su culo.

Ese tio acaba de aliviarse las pelotas sobre su cuerpo. Echa la vista atrás y ve su larga y gorda polla corrida, todavía morcillona mirando hacia la izquierda, todavía soltando algún que otro lefazo, bajando y subiendo mientras lo hace, su propio culo bañado en semen y a ese tiarrón sudado buenorro y guaperas soltando un bufido de alivio, bien descargado.

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El atractivo y dotado daddy Manuel Ferrara se folla a saco a Alexis Fawx frente al espejo de la habitación | Brazzers

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La encantaba sentirse dominada, que su macho, tan varonil, madurito, con alguna que otra cana pintando en su barba y en los laterales de su pelo, llegase de trabajar y la pillase en bata, denuda por debajo, su mano agarrándola por el cuello mientras la otra se la metía sutilmente por debajo, acariciando el seno de sus nalgas, metiendo los dedos calientes y gordos por la raja de su coño húmedo.

Manuel Ferrara tiro a Alexis Fawx encima de la cama como la puta que estaba dispuesta a ser para él. La bata se había deslizado por encima de su cuerpo durante el inesperado viaje hacia el colchón. Estaba desnuda de cintura para abajo. El muy cabrón la cogió de las nalgas y metió la cabeza entre ellas, como cuando se convertía en un animal y le merendaba las tetas.

Se dio la vuelta. Manuel ya se estaba quitando los pantalones y entre sus piernas un tremendo pollón, bien gordo y tieso, ya apuntaba maneras. Le dio de comer sus pies. Ella sería la puta en todo ese juego, pero él era su perrito faldero. Le notaba ansioso por follarla. Se puso a cuatro patas y le comió la verga. O lo intentó. La tenía tan gorda que apenas le cabía entera en la boca.

La encantaba sentarse sobre sus piernas, clavándose su polla, apoyarse en sus muslos, tan peludos y fuertes, sentir cómo su miembro viril le perforaba el coño mientras Manuel se relamía follándosela, con una manaza cogiendo cada teta. Manuel la llevó hacia el espejo. Cuando te daban por detrás, no podías ver la magia, pero ella la iba a ver. Espejito, espejito, mira cómo te meto el pito. Se vio reflejada, ese tiarrón tan apuesto y deseable arremetiendo por detrás, sacando la polla de su interior, corriéndose sobre el espejo. Como una perra, Alexis acudió al cristal y saboreó toda esa rica leche que resbalaba por encima.

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Tim Kruger empala sin condón el culazo del guaperas cachas australiano Zak Bray y se le refolla con la polla corrida | Tim Tales

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Acróbata circense tenía que ser, como esos que salen por la tele en los programas de talentos y babeas mirando embelesado a la pantalla, degustando y comiéndote con la vista esos músculos definidos y esas caritas de tios guapos. El guaperas australiano Zak Bray tiene todos los ingredientes para levantarte la polla y hacerte babear.

Ojazos, barbita y bigote, cara de empotrador de los malotes, un cuerpazo puro músculo cultivado en cada uno de sus duros entrenamientos para contentar a un exigente público, ahora destapa esa parte de él que muchos en el circo estaban deseando ver, su pedazo rabo de veinte centímetros y un señor culazo redondito y potente que pondrá a prueba una de las mejores pollazas, la de Tim Kruger.

Se la mete por detrás y sin condón, gozando de las vistas de este tio grandote y nalgón. La polla de Zak está tocando el colchón, frotándose por encima. Quién estuviera debajo de él para sentir ese rabo gordo y caliente encima del estómago, deslizándose, rebotando, sintiendo todo su peso y esas cremosas gotitas de precum que impregnan su punta, creando hileras de lefa por doquier.

Tim impulsa su enorme polla por el interior de ese culo blanco que contrasta con el moreno del resto del cuerpo del zagal. Hay algo irresistible en la línea que separa el moreno del blanco escondido bajo los calzones. Está tan rico que a Tim no le da tiempo a glasear esa carita guapa. Saca la chorra y se corre en su raja. Unos buenos grumos de lefa caliente que deposita en el ojete para volver a forzar el agujero con su grandísima polla con ellos dentro.

Tim saca su gigantesco miembro dle culo. Un colgajo de lefa le cuelga por la mitad del rabo, a punto de caer. Zak se pone cachondo y se casca un pajote, disparando hasta casi alcanzar su propio sobaco peludete. Le sale una de esas sonrisas que nos salen a todos segundos después de corrernos. Ojitos verdosos y brillantes como un océano paradisíaco en el que perderse para siempre.

VER A TIM Y ZAK EN TIMTALES.COM

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Viktor Rom y Koldo Goran machacan sin condones los culazos de Julian Torres y Joel Someone entre el público con sus largas y gordas mazas | Macho Factory

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Un sueño para cualquiera de los presentes que jalea y anima, pasándoselo bomba en el Hustlaball Berlín. No es de extrañar que ya tengan un fajo de billetes metido por la goma de los calzones. Viktor Rom y Koldo Goran han sacado sus pollas a pasear y han dejado al público con la boca abierta, salivando, con hambre, mucha hambre. La menean de lado a lado, se la sacuden en la palma de la mano, demostrando lo gorda, dura y potente que las tienen.

De haber podido hacerlo, más de uno se hubiera subido sobre le escenario y se hubiera abierto de piernas para dejarse machacar por esas mazas inmensas. De momento deben conformarse con ver a Julian Torres de rodillas beneficiándose la de Viktor, relamerse e imaginar que esos labios son suyos. Sin duda el tio sabe cómo jalar una buena verga, apretando bien los labios en torno a la barra caliente y dando buena cuenta.

No tardan en estar rodeados de un montón de tios que ya se han sacado la polla de la bragueta y sin ningún tipo de pudor se están pajeando al libre albedrío. Joel Someone hace lo propio con la gigantesca pollaza de Koldo. Por mucho que trague, le da la impresión de que jamás llegará a calzársela dentro de la garganta. La deja escapar de su boca y la muy zorra cae por el peso, larguísima, meneándose y contoneándose delante de su jeta como una perra. Lo que no puede con la boca lo suple con su culo. Enterita y sin condón, caldea el ambiente y hace que el público se corra cuando Koldo le mete toda esa gorda y enorme empuñadura por el culo.

Julian tiene unas buenas tragaderas. Se está comiendo a trangullones la de Viktor, con los pelos de la polla metiéndosele por las napias y notando la rugosidad de sus grandes huevos en la barbilla. Se levanta, le da la espalda y le dona su gran culo peludete de macho para que se lo goce como un cabrón. Es enorme, gordísima, menuda follada le está pegando, de las de partirle el culo. Julian siente cómo le flojean las piernas con esa enorme herramienta penetrándole por detrás y tiene que agarrarse a la barra para no desfallecer de gusto.

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Gay Motel: El del chulazo loco y pollón de las putas toallas que me folló el culo con un dedo y se corrió en mi cara

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Fuera del motel llovía a cántaros. De noche, el exterior apenas se iluminaba con las bombillas cercanas a las puertas y por algún que otro relámpago que, segundos después, iba acompañado por un estruendoso trueno que me ponía los pelos de punta. En días así, en los que apenas había clientes circulando por la carretera, me aburría mazo en la recepción.

Apoyé los codos sobre la mesa releyendo una y otra vez los pocos nombres que había escritos en el libro de entrada de esa semana. Por suerte, debajo había escondido una revista porno de tios comiendo rabos y follando. La saqué estando pendiente en todo momento del sonido de algún coche que se acercara y fui pasando las hojas. Justo cuando me arriesgué a bajarme los pantalones un poco para poder hacerme una paja, las luces largas de un todoterreno se colaron por la ventana y un resplandor cegador llenó toda la habitación.

Nervioso, mientras escuchaba el sonido fuerte de una puerta cerrándose y el del cierre automático del coche, apenas me dio tiempo para abrocharme el botón de los pantalones y esconder un poco la revista, cuando un hombre entró por la puerta. En el corto trayecto hacia la recepción, se había calado hasta los huesos. Era grandote y fuerte, con el pelo corto rapado por los lados. La parte del flequillo le caía sobre la frente. Levantó la mirada. Entonces se me aceleró el corazón y me entró un extraño hormigueo en el estómago y en la entrepierna.

Quería acercarme para observar tanta belleza, pero sin darme cuenta, por instinto, los mismos pasos que ese hombre daba hacia el mostrador, yo los desandaba en dirección opuesta, como intentando alejarme de una tentación irresistible.

Buenas noches, quiero alojarme en una habitación… – se presentó con una voz profunda y masculina desarmándome por completo – y si es posible un juego de toallas secas aparte del que ya haya puesto en el baño.– Sonrió mostrándome lo mojado que estaba.

Claro. E…en… enseguida se las llevo. – Tartamudeé mientras me volví hacia atrás hacia la cajonera y casi se me escaparon de las manos las llaves de la habitación 5 de los putos nervios. – Aquí tiene las llaves. Es la habitación que queda libre aquí mismo a la izquierda. Si me firma aquí, por favor.

Señalé el lugar donde tenía que poner su nombre, con miedo a que notara el temblor de mi mano. Quizá debería haber temido otra cosa, porque aquel hombre se fijó en parte de la revista porno que sobresalía por debajo del libro. Después de mirarla durante un tiempo que a mí se me hizo una eternidad, levantó la mirada y se encontró con la mía. Me sentí desnudo por unos momentos, como cuando le confesé a mi mejor amigo mi homosexualidad, solo que ese era un completo desconocido. Volvió a sonreirme, se dio la vuelta y salió de la recepción con una pequeña mochila.

Me había comportado como un completo gilipollas. Mira que dejar que me pillaran así. Fui hasta la lavandería para coger un juego de toallas. Salí de recepción y mi corazón volvió a revolucionarse. No podía quitar de mi cabeza la cara de ese daddy chulazo, su voz. Podía cerrar los ojos y notar cómo el gusto me inundaba todo el cuerpo. Llamé a su puerta después de esperar varios segundos respirando hondo para no parecer todavía más gilipollas de lo que ya lo había sido.

Me recibió sin camiseta. Tenía que haberle mirado a la cara, pero es que la vista se me fue a su torso musculado y con los pectorales peludos, a sus potentes biceps. Alargué los brazos para entregarle las toallas, porque las piernas comenzaban a flaquearme, pero no las quiso coger. Me invitó a entrar. Un trueno resonó cerca. Dí un respingo y me colé en la habitación, dejando las toallas al pie de la cama.

¿Necesita algo más? – le pregunté.

Más por cortesía que por otra cosa, esperando recibir una negativa, el hombre se dirigió a la puerta y la cerró. Volvió sobre sus pasos y se quedó a pocos centímetros de mí. Acercó su cara a la mía, pegada a mi mejilla. Puso su mano izquierda en la parte baja de mi espalda y empezó a meterla por debajo del pantalón, por debajo de los calzones, deslizando su dedo medio por la raja de mi culo, encontrando el tesoro de mi agujero escondido y penetrándome.

Quiero esto. – Me susurró al oído, echándome su gemido aliento, acompasándolo con el mío.

Me tenía completamente poseído, follado con ese dedo grande, gordo y caliente, húmedo y mojado todavía por la lluvia. Dejó que apoyara mi cabeza en su hombro. Me agarré a sus brazos y me impulsé hacia arriba y hacia abajo cada vez que me lo sacaba y me lo metía bien adentro. Dejó de abrazarme. Se retiró y observó la erección bajo mi bragueta.

Sin sacar la mano de mi trasero, con la otra empezó a desabrocharme el botón de los pantalones. La cremallera ya la tenía bajada de antes, por no llegar a tiempo cuando intenté subírmela en la recepción. Bajó la parte delantera de los calzones hasta liberarme el rabo y comenzó a masturbarme. Tenía una manaza tan grande que acaparaba casi toda mi polla. No dejaba de meterme el dedo por el culo. Me miraba el rabo mordiéndose los labios y yo ya no sabía dónde mirar para aguantarme las ganas que tenía.

Levantó la mirada. Me entró un gustazo de la hostia. Lo notó en mis ojos. Con la mano con la que me tenía agarrado por el culo, me impulsó hasta el pie de la cama, hacia donde estaban las toallas y desperdigué toda la leche de mis huevos encima de ellas. Me estrujó el rabo hasta que no quedó una gota de leche y entonces me soltó. Le volví a mirar a la cara y algo había cambiado en su expresión. Tenía el ceño fruncido.

¡¡Pequeño cabronazo, te había dicho que me trajeras toallas secas!! – Me alzó la voz, cogiéndome con una mano por el cogote, con la otra levantando la toalla que estaba pringada en la parte de arriba y rebozándomela por toda la cara – ¡¿A tí te parece que esto está seco?! – Volvió a gritarme.

Volvió a colocar la toalla en su sitio, arrugada. Yo me quedé de pie, sin saber qué hostias le pasaba a ese tipo que tan paternalmente un minuto antes me había amado con las manos por delante y por detrás. Se desabrochó el pantalón, tiró de la cremallera hacia abajo y se los bajó con soltura. Un rabo larguísimo, enorme y enderezado empezó a rebotar entre sus piernas.

Me agarró del pelo y me hundió la cabeza de lado en las toallas sin soltarme. Durante unos cuantos minutos la única imagen que veía era la de un gigantesco pollón pajeado, la de unos huevos campaneando entre las piernas de ese macho y el único sonido el de la lluvia fuera y el de una respiración agitada y profunda dentro de la habitación.

Ahora vas a ir a por toallas secas, para limpiarme la verga. – Alargó la palabra “verga” en la última vocal más de lo necesario con un sonoro gemido de gusto y comenzó a disparar unos buenos trallazos de lefa sobre mi cara.

Con uno de los ojos ciego, acerté a abrir el otro para ver cómo se la sacudía encima de mi cabeza, desparramando las últimas gotas de semen. Me agarró fuerte por la camiseta para ponerme en pie. Noté su jugo de macho resbalando por mis mejillas, por el cuello. Puso su frente contra la mía, mirándome fijamente, casi retándome. Percibí que ese amable caballero de la recepción se había convertido en un auténtico cerdo y un animal. Todavía tenía la respiración agitada por la corrida.

Tráeme… las… putas… toallas. – Volvió a pronunciar en voz profunda y grave, separándome de él de un empujón.

Le miré. Estaba semidesnudo, con los pantalones por las rodillas, la polla todavía semierecta con un hilo de semen colgando del cipote. El tio estaba como un cencerro, pero más rico que un quesito y algo de mí se convirtió en una buena puta que deseaba retozar con ese macho dejando que me hiciera todo tipo de locuras. Regresé a la lavandería secándome la cara, después de relamer la lefa que me había dejado en el bigote y los labios y al volver a su habitación le encontré tumbado sobre la cama, durmiendo, con el rabo ya relajado dormitando sobre su muslo derecho.

Otro relámpago. Otro trueno. Dejé las toallas secas al pie de la cama, como antes y en lugar de salir por la puerta, la cerré y me quedé dentro. Me tumbé a su lado sobre la cama, mirando su cara, el pelo todavía mojado con el flequillo que le surcaba la frente. Me abracé a su torso. Al notar el contacto, se desperezó y se puso de lado, abrazándome fuerte. Le toqué el culazo, se me puso dura otra vez y me casqué un pajote sin que se diera cuenta, corriéndome sobre la pelambrera de su polla y su rabo. El hijo de puta al final sí iba a necesitar las toallas para limpiarse la verga.

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