Bentley esta vez tuvo que tirar del idioma universal del hombre, y no se trata del inglés, sino el que se construye a base de miradas y gestos. El brasileño de 19 añitos Alan Reis no sabía defenderse muy bien con el idioma y para colmo estaba un poco nervioso.
Nada que no se arreglase con la cara de flipe del director al ver su hermosa trompa creciendo hacia arriba, torcida como todo buen rabo gigante, dobladita alcanzando la cadera. Y cuando más lo flipaba el director, más le crecía el rabo a Alan y más confiado se sentía sabiendo que su pollaza era la niña mimada de la cámara quew lo estaba fotografiando.
Como era habitual en Bentley, consiguió que el chaval se sintiera tan cómodo que se abrió de piernas para él y le dejó probar ese sabroso polo. Descubrió que, a pesar de tener tamaña envergadura de polla, al chavalito le iba eso de sentarse en las piernas de papá y zorrear un poco. Bentley no pudo hacer otra cosa que apoderarse de su culito, pequeño, apretado y seguro que muy tragón.
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