La reputación de Diego Reyes está a punto de caer en picado tras conocerse que ha podido alterar los resultados de unas votaciones. En una situación así, un hombre es capaz de hacer cualquier cosa para evitar que el escándalo salga a la luz y su abogado Franky Fox, consciente de ello y de la situación de su cliente, piensa sacar el mayor partido.
Ve a Diego ansioso, dando golpecitos sobre la mesa con los dedos, mordiéndose los labios por la preocupación. Por supuesto que le piensa dar una salida, pero el precio que tiene no se puede pagar ni con todo el dinero del mundo. Hace falta algo más. Cuando Franky se sienta en la mesa, acercándose más a su cliente para calmarlo, se agarra el paquete marcándose todo el rabo duro y grande en la pernera, pronuncia la palabra «polla«, bajándose la bragueta y enseñándole toda la verga, Diego sabe que con tal de salir de ese embrollo va a acabar chupando rabo.
Se caliente metiendo una buena mamada al abogado, poniéndole tan cachondo que Franky termina por empujarlo sobre la mesa, bajarle los pantalones y hacerle la triple comida, devorando con ansias su enorme culazo peludo y redondo, sus pelotas y pasando la pollaza grande y gorda entre sus piernas, toda rojiza, metiendo la cabeza entre sus muslos y rechupeteándosela enterita.
Después de darle por culo sin condón, acordándose de ese rabo grande y duro que tiene Diego, le obliga a sentarse de nuevo en la silla de interrogatorios y lo cabalga enchufándose por el culo toda su pollaza. A punto de correrse, se levanta y se enamora de Diego, que en ese momento está semidesnudo, con la camisa abierta mostrando su pecho lobo, la corbata deshecha. Se fija en su carita guapa, en sus cejas pobladas, sus ojazos, su barbita espesa y llena de pelazos negros. No puede con tanto amor y le mete lefa.
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