Durante toda la noche, Gustavo Cruz y Babylon Prince habían estado cruzando miradas. Bailaron con chicas, las cortejaron, pero esas cebolletas que rebozaban por sus culos cuando se apretaban a ellas, no estaban así de voluminosas por su presencia y el contacto, sino porque Gustavo y Babylon se deseaban con muchas ganas. Antes de hacerse un gesto para ir a mear juntos al cuarto de baño, prefirieron ir a casa de uno de ellos y comprobar hasta dónde llegaban sus sentimientos.
Al llegar al piso, cada uno se fue a dormir, o al menos intentarlo, a una habitación distinta. Por muchas miradas que hubiera habido, por mucho que se desearan, parecía que les costaba confesar lo que sentían. A Babylon se le hicieron los minutos eternos, hasta que decidió dar el primer paso. Se quitó los calzones y completamente desnudo se dirigió a la habitación de Gustavo. Tímidamente abrió la puerta y la cruzó. Se quedó de pie frente a a cama donde Gustavo estaba amasándose el paquete.
Otra vez sólo miradas, pero esta vez todo era mucho más íntimo. Babylon se acercó a su boca y a medida que lo hacía, la polla se le iba poniendo más y más dura. Cuando entró en la habitación, la tenía morcillona y colgando por su propio peso y ahora al rozar los labios de Gus, la tenía dura y apuntando hacia arriba. Gustavo le miró la entrepierna. Era el empujón que necesitaba para saber lo que sentía por él.
Se puso de pie y dejó que Babylon le quitara los gayumbos. Baylon lo hizo, lentamente, disfrutando de ese momento. Le habían dicho que la tenía enorme y desenfundar rabos era algo que le encantaba. Cuando ese enorme pollón gordo y largo cayó morcillón hacia abajo, rebotando firmemente, Babylon sintió un gusto por todo el cuerpo que le dejó como si acabara de correrse.
A Gus también le molaba ver las caras de los tios cuando les enseñaba por primera vez su polla. Agarró a Babylon de la cabeza y la atrajo hacia él, hacia su abdómen, abrazándolo fuerte. Baylon sintió el calor de esa verga entre sus pectorales, luego se alejó unos centímetros para admirar su grandiosidad y tras juguetear ambos con la idea de la incipiente mamada, se la metió dentro de la boca y se la empezó a comer.
Esos labios gruesos y suaves que tenía el cabrón, hicieron que Gustavo dejara los ojos en blanco al sentir cómo se la amasaba. Se la levantó para que le comiera los huevos y le azotó con el cipote en la lengua antes de darle de comer rabo. Le agarró por los pelos, aprovechádnose de la forma inclinada hacia abajo que hacía su pija por la punta para colársela por la garganta, pero la tenía demasiado gorda y grande para hacerlo.
Eso no evitó que se la metiera la menos un poquito y que terminara soltando alguna que otra arcada. Le levantó para besarle y juntar sus cuerpos desnudos. Sus rabos parecían el ying y el yang, uno pesado y morcillón cayendo por su propio peso y otro ligero y empinado apuntando hacia arriba. Gustavo no era muy dado a chupar pollas, pero con esa iba a hacer una excepción.
Antes de metérsela en la boca, la pajeó duro, la escupió para engrasarla y después de unas chupadas de calentamiento se la tragó entera poniéndose los huevos de ese chaval pegados a la barbilla. Babylon lo intentó una vez más. Se metió entre las piernas de Gustavo, que estaba tumbado en la cama, y se la jaló. Gus le ayudó follándole esa guapísima carita, pero no hubo forma. Babylon prefería amar esa polla enorme que le hacía bufar del puto gusto de verla y sentirla.
Tras haberse complacido los rabos, pareció llegar le turno de sus culos y a pesar de que parecía claro quién se iba a follar a quién, por un momento Babylon sintió que la confusión se apoderaba de la estancia, porque Gustavo le plantó el culazo encima del torso, ahí, rebozándole toda la minga y los huevos aplastados, para comerse los culitos mutuamente en un sesenta y nueve.
Los culitos y también las pollas. Gustavo se puso a cuatro patas con la cabeza de Babylon entre sus piernas regalándole unas vistas impresionantes de su rabo duro colgando, sus muslazos, su culo y sus pelotas. Gustavo separó un poco más las piernas y le dejó toda la dote rebozándose por encima de su cara. Babylon sintió el gustazo de los huevazos calientes deslizándose por su bigote, taponándole las narices, por su nariz, por su frente. El rabo hacía lo mismo por su barbilla y su cuello. Seducido por los grandes y poderosos atyributos de ese hombre, se puso más cachondo imposible.
Cuando Gustavo se recostó enmla cama, con las piernas separadas, poniéndose la polla recta con una mano y con la otra recogiendo saliva de su boca para embadurnarse el rabo, dejando claro que ni condones ni hostias, a Babylon le quedó claro quién iba a poner el culo. Normalmente no necesitaba de ayuda, pero por el tamaño de esa verga, prefirió hacer lo mismo que Gus, escupirse en los dedos y darse un poco de saliva en la entrada.
El gemido que se le escapó al sentir esa jodida y enorme polla dentro de su ojete, le salió del alma. Desde el principio Gustavo le culeó fuerte desde abajo, obligándole a acostumbrarse al tamaño de su rabo, pero ¿cómo se acostumbra un tio a veintidós centímetros de carne dura y gruesa inundando su esfínter? Gustavo miró hacia abajo porque había sentido algo mojado. Vio que la polla de Babylon estaba durísima y la raja de su cipote brillante. Meterle semejante pollón y restregar el rabo por sus abdominales, habían hecho que el chaval se viniese demasiado arriba.
Para evitar que los fuegos artificiales salieran antes de tiempo, Babylon le dio la espalda y le cabalgó la polla pajeándola con su precioso culo. Babylon no terminaba de acostumbrarse. Cuando la tenía un ratito dentro de él, parecía que podía hacerlo, pero era sacarle el rabo, metérselo de nuevo y volvía a sentirlo como si fuera la primera vez, gigantesco.
Si el contacto visual les ponía a mil, debían evitarlo a toda costa, al menos hasta el final. Gustavo se lo folló por detrás crujiendo su pandero, haciendo que el cuerpo de ese chulazo guapo, morenito y tatuado se estremeciera con su pija dentro y cayera rendido aferrándose a las sábanas para aguantar las embestidas. Finalmente follaron frente a frente, mirándose, fihjándose en sus cuerpos desnudos y unidos.
Ya no había chicas de por medio en ese baile y ahora eran el uno para el otro. Babylon se masturbó duro concentrándose en la cara de Gustavo y se metió una lluvia de leche sobre el muslo y la barriga. Gustavo se la sacó del culo y se la fue meneando dando pasitos con las rodillas hasta dejar la polla encima de la cara de ese guaperas.
Varios regueros de leche a presión salieron de su polla y Babylon mantuvo los ojos abiertos atento a la dirección que llevaban esos chorrazos para cazar lo que pudo al vuelo. La mayoría cayeron dentro de su boquita pero algún despistado salió volando por encima de su cara dejando un poso de lefa sobre los pelos de su barbita. Pensó en jugar con su lefa, pero le regaló el honor de ver cómo se la tragaba. La nuez de la garganta se le impulsó hacia arriba al hacerlo y tras eso se relamió lo que aún le quedaba en los labios. Gustavo bajó a probar el sabor de su leche de ellos, compartiendo uno de los momentos más ínitimos entre los dos.