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JJ Knight juega con el culito de Max Lorde y se lo refolla sin condón con su gigantesca y robusta polla | Falcon Studios

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Le prometió que iban a hacer un unboxing de videojuegos para su canal, pero una vez más el cabronazo de JJ Knight le había engañado y le incitaba a hacer cosas calientes y excitantes que le sacaban de su rutina. Pero quizá era precisamente eso lo que le gustaba de él. Debería haberlo imaginado al estar los dos medio en pelotas encima de la cama.

De la caja empezó a sacar varios juguetitos sexuales y confesó delante de la cámara que se había traído a un namigo para probarlos. Max Lorde le miró, incrédulo, pero poco más, porque sabía que al final iba a hacer con él lo que quisiera y lo peor es que él se iba a dejar. Además, eso de desnudarse delante de millones de seguidores no iba a estar tan mal. Le ponía cachondísimo la idea de pensar en cuántos de ellos estarían delante de sus móviles u ordenadores haciéndose una buena paja mirando su culo.

Se quitó los calzones y se puso a cuatro patas sobre la cama. El primer vibrador tenía forma de berenjena, demasiado gordo como para caberle por el ojete. JJ lo activó antes de tiempo y Max se asustó al sentir toda esa vibra rozando la sensible rajita de su culo. Echó mano de un bote de lubricante, se lo roció por el ojete y pidió a JJ que se la metiera entera. Una vez dentro volvió a activar le mecanismo y Max sintió como si le follaran mil pollas por dentro. Era alucinante.

Entre espasmos y viendo el cielo, JJ jugaba con varias intensidades, las reducía lamiéndole el culito y volvía a activarlas a tope. El segundo juguete era otro vibrador, pero con forma de mini pene, cortito, delgado y deforme. Este entró como la seda porque era pequeñito, pero cuando lo activó, Max comprendió eso de que lo importante no era el tamaño si unok sabía cómo meterla. El hecho de que no le quedara tan ajustado entre las paredes de su ano, hacía que ese pequeño pene de goma se contonease por el interior de su esfínter como un dedo tocándole por dentro.

De verlo, a JJ se le había puesto dura y no lo escondió, se sacó el nabo grande y gordo de los pantalones de deporte y dejó que Max se diera la vuelta para mamárselo. La tenía tan gorda, tan venosa, grande y gigantesca que apenas le cabía en la boca morcillona, mucho menos cuando le seguía creciendo sin medida, colgando como la diosa de las pollas entre sus piernas.

Menudo espectáculo estaban dando a los espectadores, pero ñensar en ello hizo que Max mamara esa polla con la mayor de las dedicaciones. Para no cortar el vídeo, JJ se fue a echar una meadita y dejó a Max retorciéndose de gusto sobre la cama, con el dildo vibrador dentro de su culete y con la polla bien hinchada para que los espectadores se divirtieran un rato.

Al volver, lo siguinete que sacó de la caja fue otro vibrador, pero este en forma de pene de unos veinticinco centímetros, negro y gordo. Max echó mano del lubricante de nuevo porque ese iba a doler un poco. JJ lo cogió por el mango, primero lo posó sobre la raja de su culo para que se excitara y dilatara y a continuación se lo metió por el agujero. No le había entrado apenas la punta y Max empezó a convulsionar de gusto.

JJ le dio la vuelta y, sin dejar de penetrarle con ese pollón, le masturbó y le comió la polla. Al sacarle el rabo del culo, Max observó el dildo y el rabo de JJ. Sin duda prefería ese pedazo de carne y al hombre que lo poseía. Max volvió a ponerse a cuatro patas cerca del borde de la cama y JJ le penetró sin condón por detrás. El tamaño de su rabo era tan alucinante que le hizo sentir cosas increíbles. No había ni punto de comparación. Lubricadita, caliente y palpitante.

Ese era el propósito del vídeo, descubrir qué era mejor, si unos vibradores de goma o un buen pollón lleno de vida. JJ se tumbó en la cama y Max se sentó sobre sus muslos dándole la espalda y clavándose en su verga. Le enculó desde abajo y Max se corrió encima de gusto machacándose fuerte su robusta y gorda polla. JJ le sacó el rabo del culo y se lo pajeó expulsando una ingente cantidad de leche. Max se retiró un poco retrocediendo con el culete hacia atrás para poder ver el espectáculo.

Por la polla tan larga como una manguera no paraba de manar leche, mojándole el culo, los muslos, las pelotas. Mientras JJ soltaba su descarga, Max se echó mano a la bolsa de los huevos meneándoselos con toda la lefa encima, recogió el lechal sobre su muslo derecho con los dedos y se los llevó a la boca para saborearlos. Al ver que le gustaba su lechita, JJ retiró las manos de su cuerpo y dejó que ese cerdete le limpiara los restos de esperma con su lengua. Max ya no pensaba en cuántos tios se estarían corriendo en ese momento, pero estaba seguro de que con todo ese semen se podría llenar una piscina en la que nadar entre los espermatozoides.

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