La mente de Mark estaba en plena revolución sexual. Hacía poco que le había empezado a salir pelo en los huevos, el rabo le estaba creciendo y tomando la forma del de un hombre hecho y derecho y sentía la llamada de la naturaleza que le obligaba a pajearse día y noche.
Por las mañanas con toda la polla tiesa, se la machacaba para rebajársela. En el instituto la cosa no cambiaba. Se pasaba toda la clase de mates dibujando rabos en el cuaderno, grandes, largos, gordos, expulsando leche, rabos que le ponían cachondo y en el recreo aprovechaba para ir al baño y hacerse una paja como tentempié.
Tenía algo de miedo a que alguien le tocase el móvil, porque lo tenía a rebosar de fotos y vídeos guarros y porque entre ellos había algunos de chicos follando entre ellos. No sabía por qué le gustaba verlos, pero era lo que le molaba. También tenía vídeos de chicas en tetas que le gustaban mucho. Estaba en una edad en la que aún no tenía muy bien decidido lo que le gustaba del todo, así que él se dedicaba a ver lo que se la ponía bien dura sin preocuparse por lo demás.
Solía levantarse antes que su padre en las mañanas del finde para cascarse una gayola con tranquilidad, sin las prisas de tener que ir al insti, mirándose un vídeo porno en el móvil. Un día estaba tan atento a uno de dos maromos comiéndose las pollas en un baño público, que no escuchó a su padre levantarse y se encontró en una situación de bochorno absoluto: su padre en la puerta mirando y él con el rabo en la mano mientras intentaba acallar los gemidos de las chupadas que salían del teléfono.
En lugar de cerrar la puerta y que la cara se le pusiera roja, John se acercó a su hijo y le tranquilizó. “No tienes de qué avergonzarte hijo, es algo natural hacerse pajas, de hecho yo todavía me las hago cuando no tengo un coño a mano” – le dijo. Y sin más, se tumbó con él en la cama siguiendo con su discurso.
“Lo que no entiendo es por qué los chavales de hoy os centráis tanto en el móvil mientras os la cascáis. Así no disfrutas de tu rabo. Mira, te voy a enseñar cómo me hacía yo las pajas en mis tiempos mozos, cuando no había estas tecnologías. Cierra los ojos y dale a la imaginación. Imagina un culito, o que la estás metiendo entre un buen par de tetas, hazlo hijo” – le propuso.
Mark le hizo caso, aunque todo aquello le resultaba muy extraño, mucho más cuando tras cerrarlos su padre le plantó la mano en el nardo, su mano grande y peluda encima de su polla, subiendo y bajando, con mucha fuerza. Mark no sabía si retirarle la mano o no, porque le estaba dando mucho gustito, pero joder, era su padre, aquello no estaba bien, no podía estar bien.
“Déjate llevar” – le dijo su padre al ver que intentaba retirarle la mano. “No te pongas nervioso. Somos machotes, somos hombres los dos, sólo te estoy enseñando cómo me hacía yo las pajas, tómalo como si fuese un amigo. ¿No te has hecho nunca un pajote con tus amigos? Esto es igual. Entre los hombres tenemos que ayudarnos“. Mark decidió no resistirse y se abrazó a su padre por el cuello mientras él continuaba zurciéndole la polla.
“Mira, hay chicos que prefieren usar dos dedos con el pulgar detrás, pero yo soy de los que usan la mano entera, así. Clásica, sin tecnologías, sólo con tu imaginación, piensa en un nculito prieto hijo, verás qué dura se te pone“. Mark prefería tener los ojos cerrados imaginando lo que le había dicho su padre, porque si los abría y veía la realidad, no sabe cómo habría respondido. Pero cuando creía que todo seguiría igual hasta el final, John le sorprendió con algo nuevo.
Le elevó las piernas dejándole el culo abierto. “Hay una cosa que a la mayoría de tios les da reparo porque se creen que si lo hacen se vuelven gays, pero ahora ya se está normalizando porque hasta los mejores actores hetero lo hacen en sus pelis. Da mucho gustito, mira“. Y entonces, además de pajearle el pollón, empezó a acariciarle el ojete del culo volviéndole loco. “A que te gusta, ¿eh? Nunca hay que huir de lo que te gusta“.
“Ahora como te veo muy cachondo, vamos a la parte final, a sacar la lechecita, hijo. Te voy a enseñar cómo lo hago yo cuando me quiero correr. No te centres en pajear una parte de la polla. Tú y yo la tenemos bien larga como para no masturbarla completa. Pues mira, consiste en aumentar el ritmo y zambombear bien la polla desde la base hasta el cipote. Así, constante, sin parar y con más fuerza. No voy a parar hijo, córrete cuando quieras“.
Cuando Mark escuchó de boca de su padre que no iba a parar hasta verle correrse, le vació todos los huevos encima. “Así se hace machote!“- le animó cuando estaba soltando la lefa. Por fin se la soltó. Mark abrió los ojos. Vio su rabo corrido, la lefa encima de su estómago y a su padre levantándose con la mano derecha pringada de su semen. “Y ahora a la ducha, que hay tarea por hacer“. Lo que no sabía era si nos íbamos a duchar juntos.
Nota: Las imágenes, el vídeo y el texto reflejan una obra de ficción. Los actores no tienen ninguna relación de parentesco real.
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