El guaperas italiano Marco se ha levantado hoy muy cachondo. A la inevitable trempera mañanera, que no se le ha bajado ni yendo al baño, se ha unido el ver que su compañero Robbie Rojo estaba fregando los cacharros con los calzones abiertos por detrás, así que se ha puesto detrás de él mirando fijamente, recreándose en esos dos cachetes voluminosos mientras se toca el paquete.
A medida que se magrea por encima, las dimensiones de su rabo y lo morcillón que se está poniendo, comienzan a hacer ceder la tela. No puede acallar los gemidos apagados que llegan a oídos de Robbie, quien se da cuenta de que alguien está haciendo guarradas y él también quiere unirse.
Le saca la polla italiana, se la chupa hasta que la nota dura en su boca y se entretiene en el pedazo de capullo abreojetes dando bien con la lengua y atrapándolo entre sus labios. Siempre le ha fascinado que pueda caber un pollón tan grande y gordo en un cuerpo tan delgadito.
Da la espalda a Marco, eleva una pierna sobre la mesa de comer y le deja el culo abierto a placer. Dura y firme, se la mete como una estaca, con energía y sin retroceder ni un solo paso, al contrario, inclinándose hacia adelante para mirar la cara de Robbie, para cerciorarse de que ese ritmo le gusta, para escuchar los gemidos que indiquen que se la está metiendo de puta madre.
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