Coge el coche de camino al hotel ilusionado, el corazón le late a cien por hora, sobre todo sabiendo que en unos minutos por primera vez un tio le va a convertir en todo un hombretón cuando le meta la polla por el ojete, y no cualquier tio, Derek Jones, uno que está bien bueno y ante el que sabe que se va a abrir de par en par cuando lo tenga encima a punto de caramelo. Lo ha visto en fotos y es una pasada, así que mientras sale del coche cogiendo su bolsa de viaje, bajo los gayumbos la tiene ya bien dura.
Para Caden Carli, la primera impresión es más que positiva, mucho mejor que al ver las fotos. Los dos tienen la misma estatura, pero él está más musculado, y parecida edad, apenas se llevan unos años, si bien Derek aparenta ser mayor de lo que parece, todo un papi que está to buenorro, lo que le hace ponerse más cachondo. Aprovechan el pasillo del hotel para quitarse la ropa antes de llegar a la habitación y hacerse unas fotitos de recuerdo con el móvil. Al mirarlas Caden aprecia la diferencia en sus atributos masculinos. La suya es muy normalita, no muy larga y delagada, mientras que la de él, aunque algo más corta de lo que imaginaba, es gruesa y con un buen capullo, vamos, que se hace notar. Pero si algo ha aprendido Caden a pesar de ser virgen, es que las pollas no son lo que parecen a simple vista en estado flácido.
Con la de Derek se lleva una agradable sorpresa, porque cuando quiere darse cuenta le está adorando el tronco en el baño al lado de la habitación. Un pollón gordo y con una considerable longitud que le invita a tragar y a dejar su rastro de saliva por todo el palo con mucho gusto. Al ponerse de pie frente a frente y sobarle el musculoso y suave cuerpo, no puede contener sus ganas de ser follado. Enseguida encorva la espalda sobre el lavabo y abre el culo para que le desvirgue allí en ese mismo instante.
Nunca se arrepentiría de haber perdido la virginidad con aquel tio, lo comprendió cuando vio el cielo al notar su pito dentro de él, cuando miraba al espejo y veía su cara de gusto y concentración follándole el culo. Ese era el tipo de hombre con el que siempre había soñado que sería su primera vez y allí estaba, tragándose su polla en diferentes posturas para sentirlo bien dentro, sentado sobre sus piernas mientras él le cogía el rabo y se lo pajeaba hasta que le dejó el rastro de leche en los abdominales de puro placer y él hizo lo mismo en su torso. De vuelta al coche, miró hacia arriba, hacia la ventana donde había dejado al adolescente de antes y donde ahora saludaba al hombre en que se había convertido.
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