Aliado, quién lo diría, con la Pantera Negra, el Capitán América Alex Mecum sigue dando caza a sus enemigos, esta vez a un joven con máscara y pelo largo que lo acecha muy de cerca y que está poniendo patas arriba la ciudad. Su identidad es un misterio y sólo se conoce de él que ha salido de los bajos fondos, que lleva una máscara que oculta su rostro, un rostro que lleva siempre cabizbajo para no delatarse y que lo conocen como El Soldado de Invierno.
Carente de super poderes, lleva el arma más super poderosa de la humanidad, una pistola en la que no le tiembla el pulso cuando se trata de disparar, incluso frente a frente con el Capitán América, que emplea con maña sus poderes y su escudo para acercarse a él y descubrir quién se oculta bajo la careta.
La sorpresa es mayúscula cuando bajo esa melena al viento descubre al chaval del equipo de baloncesto, Bucky Paddy O’Brian. El puto cabrón qué malote se ha vuelto y qué buenorro. El Capitán se empitona y le despelota allí mismo. Menudos biceps, vaya pectorales y seguro que ya tiene pelos en los huevos, eso tiene que verlo con sus propios ojos. Menuda cacho polla, ha dejado de ser el chavalín delgadito con el rabo encapuchado para andar paseando como un tigre su polla con un cabezón que lo flipas.
No sabe si han sido sus super poderes o el placer de encontrarse con un viejo amigo, pero el chaval se deja coger la polla con gusto y Capitán aprovecha para mamársela a su antojo. No ve la hora de probar cómo entra ese cipote por su culo. Él tiene ya un culo grande, pero ese cabezón es la hostia. Nunca pensó que Bucky llegaría algún día a poner a cuatro patas para insertarle el rabo por detrás e incluso de regarle la cara con lefa, pero ahí estaba ese día. Los reencuentros con amigos son estupendos, pero con enemigos que te la meten doblada mucho mejor.