La información es poder. Si ya es importante en un mundo donde tenemos casi todo a nuestro alcance, imagináos el poder de la información en uno donde todo se ha ido al garete, en el que saber dónde conseguir agua, alimentos o medicinas supone la diferencia entre permanecer con vida o morir.
El joven Dario Beck busca algo más que líquido o comida, busca al chico del que se enamoró perdidamente. Él estaba fuera del país, al otro lado del mundo, cuando todo ocurrió. Ha recorrido durante semanas el mundo para volver al lugar donde su chico lo estaba esperando. Consiguió legar hasta su casa, o lo que quedaba de ella, completamente en ruinas y consiguió encontrar entre los restos una nota que le dio esperanzas de que aún estaba vivo.
En el mundo de antes la gente le hubiera ayudado de buena fe, nada más enseñar la foto le habrían negado o asentido con la cabeza, pero en el mundo de ahora todo se pagaba con un precio. Dario ya no es capaz de contar la cantidad de pollas sobre las que se ha sentado, muchas más las que se ha comido, pero todo sea por conocer el paradero de su amado.
En su búsqueda, llega hasta una de las instalaciones donde le han dicho que habita Paddy O’Brian, apodado “el galante empotrador“. Dario va preparado porque con ese mote ya sabe lo que puede esperar si quiere conseguir algo a cambio. Lo que quizá no esperaba era que iba a degustarle la polla y tragársela por el culo con tanto vicio como lo hizo. En las azoteas y después en el interior se lo folló metiéndole ese polón gordo y grandote para acabar lefándole toda la jeta. Y por si las moscas, que ya antes otros tios le habían dejado medio ciego con la leche, Dario se puso las gafas de aviador.