Tan mullidito, tan apretado, con el rabo rozando las nalgas, Tim Kruger se la estaba gozando tanto metiéndosela a Alex Roman por el agujero que se apoderó de él la llamada de la naturaleza y por primera vez en mucho tiempo no le dio tiempo a avisar de que se corría. Lo hizo sin más, depositando toda su leche caliente dentro de su culo, con los lefotes espesos saliendo a presión y colgándole de la raja.
Tenía que haberlo previsto, cuando le estaba dedeando el agujero, de una textura sin igual, mientras el chaval se dedicaba a amar su polla y la de Franklin Acevedo, mirando hacia arriba a los dos con sus ojazos color castaño, brillantes, sacando la lengua, lamiendo esas dos pollas gigantes y erectas que apuntalaban el techo y se rozaban entre sí.
Se lo follaron por turnos. Tim abrió la veda y se puso las manos por detrás contemplando cómo su enorme polla entraba y salía de ese culazo. Para lo delgadito que era el chaval, era asombroso lo tragón que era su ojete. A Tim le costó dar la alternativa a Frank, pero esperaba que lo comprendiera en cuanto hubiera metido su polla a pelo por ese culo de ensueño.
Al cabroncete siempre le ponían una polla dura entre los labios o entre las manos mientras el otro se lo zumbaba. Se iban dando turnos rápidos para poder gozar de ese bombón. Lo trataban con cariño pero también como a una buena puta, sentándose en el sofá y pasándoselo de uno a otro en volandas, sentando al chaval sobre sus piernas o sobre su vientre y culeándole desde abajo.
Frank estaba montando guardia detrás de los dos cuando Tim metió la preñada a Alex. Frank vio cómo Tim retiraba su miembro viril bomeando lefa, encharcado y todavía unido al culazo por hileras de su propia leche condensada. Alex volteó al chaval, empezó a correrse encima de su culo y acabó metiéndole una segunda preñada, arrastrando con la polla su leche y la de Tim hacia el interior de su enamoradizo ano.