Tras grabarle en su primera escena a solas haciéndose unas pajillas, Marty tenía los cojones tan cargados y con tantas ganas de petar un ojal que el cabrón no esperó ni a llegar al plató con Joe, uno de sus compañeros guaperas que se supone que iba a grabar una escena con otro chaval diferente.
Pero así sucedieron las cosas. En pleno viaje en carretera, en la parte trasera del coche, Marty le hizo una mamada rápida a Joe, que se quedó con los brazos apoyados en cruz sobre la cabecera de los asientos, dejándose chupar la polla con mucho gusto. Por suerte o por desgracia, el trayecto no fue muy largo. Por una parte le hubiera encantado dejarle la boquita sucia, pero por otra estaban los dos más salidos que el palo de un churrero y necesitaban desfogarse.
Marty estaba mucho más perraco que Joe y tomó el control. Después de unas mamadas, le metió la polla a pelo por el culo y lo decoró con lefa. Recuperados de las corridas, volvieron a las andadas. Marty parecía una puta taladradora y casi estaba sudando de la energía con la que daba por el culo. Ante la previsión de que esos cojones debían estar cargaditos de leche, Joe se arrodilló para recibir los disparos.
Un primer chorrazo le impactó dentro en la parte de arriba del paladar. Los lefotes no paraban de inundarle el interior de la boca, resbalando por su barbilla. Cuando ya había retenido cantidad suficiente, se levantó e hizo bolas de nieve con Marty en un morreo bestial revestido de semen. Los pegotes salían de las bocas de uno y de otro cayendo al suelo. Una puta guarrada tras la que tocaría una buena ducha.
