El novio de su hermana era bastante liberal, pero era algo que sólo Mario Galeno sabía, por eso cuando Hans Berlin viajaba a Barcelona por negocios y tenía que hospedarse en algún sitio, Mario se ofrecía a puertas abiertas. Y claro, su hermana pensaba que con quién mejor que con su hermanito, que al fin y al cabo ella era muy celosa, su novio estaba demasiado bueno y quería evitar deslices en la pareja.
Joder, si supiera que a su novio le iba poner ese culazo que ella apretaba fuerte cuando se la follaba y que se comía pollas hasta los huevos con esos labios que tanto gusto le daban al meterse entre sus piernas. Hans procuraba cariño desde bien temprano, nada más levantarse. Era un tio muy macho, pero no por ello iba a desescatimar una buena porra como desayuno. Saber apreciar cuando un tio estaba bueno y merecía que le follara, era algo que tenía muy claro.
No era la primera vez que se lo hacía con el hermano de su novia. Siempre que viajaba a Barcelona aprovechaba para dar rienda suelta a su lado más gay. Era algo que con el cacho pollón que se gastaba Mario, era muy sencillo. No tan sencillo era ya tragarse ese troncazo, pero cuando conseguía juntar sus labios con la base de la polla, se quiedaba ahí un ratito, sintiendo cómo el capullo se le metía por la garganta y se quedaba unos segundos sin respiración.
Después se la sacaba de golpe de la boca y la muy puta salía toda gorda e hinchada, lubricada con sus babas encima, balanceándose enorme de un lado a otro. A Hans siempre le educaron en eso de que los chicos no lloran y de verdad que intentaba cumplirlo a rajatabla, pero había ocasiones en que un hombre necesitaba llorar, aunque fuera de alegría por forzarse a tragar una polla que va más allá de sus posibilidades. Y ahí estaba, tragándosela una y otra vez hasta ponerse los huevos de Mario por corbata.
Para Mario era todo un placer tener la cabeza de Hans adorándole la polla. Siempre se ponía cachondo imaginando lo bien que lo pasaba su hermana en la cama con semejante empotrador, así que, que esa cabeza guapa estuviera lamiéndole el rabo, besándole con tanta pasión y quedándose a cuatro patas regalándole el culo para que se lo follara, era gloria bendita.
Triple menú de degustación el que se preparó Mario en un momento. El culazo abierto y entre las piernas los huevazos y un rabo que ya se encargó de poner todo recto, haciendo que el cipote quedase anclado al colchón. El plato más delicioso para un hombre, con la posibilidad de rastrear con la lengua todo a la vez, desde la punta del capullo hasta el delicioso agujerito.
Mario sabía perfectamente que ese culazo, además de la cara de machote de Hans, era la parte más adoraba por las tias. Cuando iban al centro comercial, no dejaban de escuchar silbidos y miradas aprobando su trasero. Por eso se ponía mucho más cachondo al poder meter los morros en su raja, cosa que ellas no podrían. Además sólo él, ni siquiera su hermana, sabía lo apretadito que era, porque no se dejaba penetrar por otro hombre que no fuera él.
Y no se dejaba, porque con el hermano de su novia ya tenía todas sus necesidades gay cubiertas y porque con cualquier otro tendría que usar condón y a él le molaba hacerlo todo a pelo, así que nada mejor que todo quedase en familia y con una polla en la que confiar.
Era casi un ritual para Mario cada vez que se la metía por primera vez. Dejaba la punta del rabo en el agujero, se abalanzaba sobre Hans y le miraba fijo a la cara mientras le iba hundiendo la polla en esa caverna sin fondo. Le gustaba ver esa cara de machote gimiendo y gozando con su polla dentro, porque era como dejar desvalijado al ladrón y desarmado al guerrero, quitarle ese aire que se daba de macho follador en un instante.
Si ese momento tan cariñoso ya era fuerte, todavía quedaba la parte más bestia y es que, como ya se conocían bastante bien en la cama, el siguiente paso era el machaque, cuando Mario le petaba el culo por detrás sacando su enorme polla y metiéndola fuerte una y otra vez sin parar machacándole el ojete, empujando con su mano la cabeza de Hans hacia abajo contra los cojines, dominándolo por completo. No tenía precio ver a un tio así de grandote que se las daba de follador, siendo follado y gimiendo como una buena puta.
El cabrón se tragaba la polla enterita y a Mario no le importaba el dolor de huevos que se le quedaba después de tanto empalar a tiro limpio, porque el gusto de la follada bien lo merecía.
Otro de los momentos que más le gustaba era cuando Hans se sentaba encima de sus piernas, se clavaba la polla y lo cabalgaba. Sentir la pollaza y los huevos calentitos de ese macho en el estómago, el culazo proporcionándole un buen pajote por ahí abajo y cuando Hans le cogía la cara con sus manazas grandes y calentitas y se ponía a besarle, sentir su aliento y sus gemidos tan cerca.
Después se daba la vuelta, se inclinaba de espaldas hacia atrás y le hacía un pajote con el culo. Menudo pandero para hacer esas cosas, puro arte. Mario tenía que contenerse para no preñarle, así que se concentraba en el rabaco y los huevos que rebotaban sobre el torso del propio Hans cada vez que le metía una enculada.
Practicaban todas las posturas posibles, pero Hans tenía su preferida para correrse. Le encantaba tumbarse boca arriba, encoger bien las piernas sobre los hombros, dejar el culete abierto y que Mario se lo follase estando encima. Tras varios avisos y unos gemidos apagados, se le nublaba la vista y soltaba unos lefazos lechosos sobre su cuerpo.
Con el novio de su hermana corrido frente a él, Mario no podía resistirse a ese momento de debilidad. Era pura necesidad. Sacaba la polla del culo, se la pajeaba duro a un lado de su cara y cuando el muy mamón abría la boca, le metía una tralla de lefazos dejándole la cara bien mojadita. Al muy cerdo le gustaba el sabor del semen del hermanito y hasta relamía las sobras que se habían quedado sobre el sofá. A ver ahora cómo iba a olvidar esa carita con toda su leche encima la próxima vez que fueran a una cena en familia.
ENJOY NOW MARIO GALENO BAREBACKING HANS BERLIN AT FUCKERMATE.COM
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