Si eres de esos a los que siempre les ha apetecido eso de meterse en los vestuarios cuando los chicos del equipo de rugby terminaban el partido, aquí tienes una pequeña pieza. No hay montones de tios en pelotas con los rabos danzando entre las piernas, pero eso te permitirá concentrarte mejor en el chulazo de Koby, que aunque tiene nombre de mascota de juegos olímpicos, ni es bajito ni está recomendado para menores de dieciocho.
Entra con él en la ducha y admira su cuerpazo. Pectorales musculosos, firmes y fuertes, culazo respingón y potente al que agarrarse cuando empieza a bombearte el trasero, unos ojos para perderse dentro y una amplia sonrisa que te seducirán, su llave para hacer que le abras el ojete y no quieras que salga nunca de él.
Ya habrá tiempo de ver cómo peta culitos, de momento toca disfrutar de su doble pajote a solas. Le gusta sacársela dejando que salga de los calzones disparada para que los demás alucinen y poder dejarles con la boca abierta. No es que la tenga enorme pero sí es una buena herramienta de trabajo, con bastante ángulo estando tiesa y ligeramente inclinada hacia la izquierda, como la de la mayoría de nosotros.
Le van las pajas clásicas, de agarrar a mano llena aplicando mucha fuerza en un cinco contra uno, embadurnársela bien con lubricante y resbalar la mano sin parar. Destaca su gran cipote, tipo seta y sabe que muchos disfrutamos de sus sobacos cuando se pasa el brazo por detrás de la cabeza, lamible total. Descubre tú mismo la forma que tiene de regar la cama. Por un tio así, da gusto tumbarse sobre ella y que te meta todo el pringue por donde quiera.