Si los chimpancés son expertos en pelar plátanos, para Ricky Ibañez pelar una polla era pan comido. Primero un poquito de manoseo notando el calorcito y la dureza del rabo contrastando con la consistencia de los cojones y ya después sacársela al tio como si le ayudase a mear, por un lateral. Le molaba el momento huevos, sobre todo si al que se los sacaba los tenía como los de un toro.
La de Diego Summers le puso super cachondo y a punto estuvo de pasar del mamoneo y pajeo para clavársela directamente por el culo. Era tan gorda y grande, encima moteadita como una buena fruta comestible, que su mano cerrada en torno al tronco no conseguía encontrar el pulgar con el dedo medio.
A sabiendas de que a la mayoría de tiarrones les tiran los chavales más pequeños, porque tienen culos más apretaditos y que son todo un reto para sus pollones, Ricky exploraba cada fin de semana el arte de camelarse al DJ de turno siempre y cuando cumpliese los cánones de belleza de su lista particular: atractivo, cara de macho empotrador, grandote y con una pija grande. Lo del rabo, que no estaba a la vista, o bien lo intuía si llevaban pantalones ajustados o les seguía al baño en un descanso.
Cuando se la mamó le entró todo el ansia, quería comérsela enterita, huevacos incluídos. Pero era imposible, ni siquiera consiguió llegar a primera base con los labios. Estaba tan rica y por el cipote comenzaba a emanar el gustito del precum, dejándole un sabor entre dulce y saladito que se confundía con el de sus babas. Qué gorda y qué huevos tenía aquel cabrón, llenitos de leche. Puto vicio.
Mientras se la merendaba, un dedo furtivo le entró por el agujero del culete. Joder, un dedo como una polla. Eso le hico chupar con más ganas. O la lubricaba bien o iba a tener problemas para que todo ese mango le entrase por el culo. Dios los huevos qué ricos que estaban. Pasó de la polla, se los cogió con las manos como quien coge uvas. Estaban calentitos y turgentes, caían por su propio peso. Se los succionó con la boca y salieron de ella mojaditos y mucho más cargados de leche. Munición de la buena.
La polla pasó de morcillona a dura. La soltó con las manos y la dejó caer. Salió disparada rebotando hacia el torso de Diego. Ya estaba lista. Diego ya se estaba levantando para hincar el rabo, pero por si acaso, Ricky se arrodilló y se comió el micrófono una vez más, aprovechando para darse unas hostias de polla en la cara, quizá para obligarse a despertar, pero no, era real por suerte.
El cipote comenzaba a adquirir un tono rojizo sospechoso de corrida. De verdad que no le iba a importar si en ese momento le dejaba toda la lefa dentro de la boca. Siguió chupando con fuerza bajo su propia responsabilidad. Como buen DJ, Diego supo manejar la situación y el control del escenario. Dejó que le siguiese merendando el rabo y se tumbó encima del chaval marcándose un sesenta y nueve de culo a polla.
Con la lengua y los morritos de Diego jugueteando más allá de su raja, Ricky no dejaba de gemir como una puta. Diego se quedó sentado sobre el suelo, con la cabeza hacia atrás en el borde del sofá. Ricky se subió encima y fue haciendo sentadilla hasta toparse con la boca de Diego. Ahí se quedó un buen rato, gozando de esa lengua folladora.
Escuchaba los lametones, miraba hacia atrás y le veía magreándose la polla, preparándola para metérsela dentro. Normalmente Ricky dejaba la cabalgada para cuando su ojete ya se había amoldado a la circunferencia del rabo, pero en esa ocasión fue lo primero que hizo, sentarse sobre esas piernas fuertes y emborracharse de polla por el culo hasta las trancas.
Era tan sumamente gorda, que tuvo que pegar varias sentadillas con fuerza hasta encajársela dentro del todo. Le encantaba mirar a los ojos de los tios mientras él les hacía una buena paja con las nalgas. Esas miradas de vicio, perdidas, dejándose llevar pero a la vez conteniendo las ganas de meter una preñada, intentando controlar el gusto.
Sin sacarse la polla de dentro, le hizo el avioncito dándole la espalda. Sabía lo que a los machos empotradores les gustaba, ver un culazo aventando su rabo gordo. Ricky le regaló las mejores vistas y él se llevó de regalo, además del gustazo de ese rabo, la piel de los cojones que se pegaba a sus muslos al bajar una y otra vez y se separaba de ellos como pegajosa al subir. Aquello era como echar un huevo crudo en el plato. Estaban el huevo y el líquido y si querías que saliera la nata, había que batir con fuerza.
Ojete amigable. Así podría calificar Ricky a su culete, porque tio con el que se acostaba, tio al que se amoldaba a la perfección. Diego cogió las riendas y le dio una buena tunda por detrás dejándolo a cuatro patas. De vez en cuando se la sacaba, la agarraba con la mano conduciendo su cipote a la entrada, masajeaba con el capullo los alrededores y la metía sin condón con una estocada certera y profunda.
Sentir su respiración en la oreja, todas sus ganas entrándole por el oído, fue la rehostia. Estaba follándole como un animal, perdiendo el control, dejándose hasta los huevos de tan duro como se la estaba metiendo. Ricky escuchaba los impactos de lejos. Nunca se había sentido tan cubierto y a salvo.
Se dio la vuelta tumbado sobre el sofá y pudo ver el cuerpazo de ese macho encima, empotrándole el culo a base de bien, follándole a placer, agarrándole las piernas con esas manos grandes y esos brazos fuertes. Ricky le hizo saber lo mucho que le había gustado brindándole una paja con corrida encima.
Diego cogió un poco de esa lefa y el muy cerdete se la roció por la punta del rabo para después volver a meterle la polla por el culo. Paró un segundo y volvió a recoger semillas. Estaba tan cerdo, que se tumbó para hacerse la paja final. Ricky acalló los gemidos de su corrida poniéndole el culo encima de la boca, volviendo a ese maravilloso sesenta y nueve, pero esta vez a la espera del néctar de los dioses. Unos cuantos chorretes blancos volaron por encima del cipote. Ricky acercó la boca y se llevó las sobras. Apartó la mano de Diego que seguía pajeándosela. Tranquilo, que el Ricky te la iba a calmar y a dejar limpita.
ENJOY NOW DIEGO SUMMERS FUCKING RICKY IBAÑEZ RAW AT FUCKERMATE.COM
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