Le estaba poniendo tierno el brasileño con ese cuerpazo morenito y su cara de machote con barba. Elia Kisley no se quería separar de esos morritos, parecía que de un momento a otro se lo fuera a comer de deseo. No le quedó más remedio que dejar de sentirlos cuando Bruno Matarazzo empezó a bajar por su cuerpo, dándole besitos por el cuello, deteniéndose en uno de sus pezones, bajando rápidamente por su ombligo, sacándole la chorra de los calzones y llevándosela a la boca.
Qué rápido iba, todavía la tenía blandita, pero bastaron dos bocados y un lametón de huevos para que el tema comenzara a ponerse en forma. En pocos segundos, el brasileño tenía entre sus manos un pedazo pepinaco de más de veinte centímetros de altura. Se puso burraco a mamar.
Elia le agarró del cuello para que no escapara de lo que le iba a hacer y elevó las caderas una y otra vez para follarle la boca. Tras unas cuantas caladas, el tio siempre acudía a los huevos. No era de extrañar, tenían una textura tan suave y la forma redondita de unos cojones tan lindos, que no paraba de succionárselos siempre que podía. Daba gusto cómo después de salir de la boca, volvían a su posición original rebotando un poquito.
La polla crecía y crecía dentro de la boca de Bruno. Pasó de blanda a morcillona y de morcillona a dura por completo. Dura de esto de sacarla de la boca y que la muy puta se quedase recta cilimbreando como un pedazo de hierro que sobresale de la viga de una obra.
Ese rabo era simplemente precioso y demostraba que porque un pollón fuese grande, largo y gordo, no todos tenían que caer por su propio peso. Este no, este además de larguísimo y con buen grosor, apuntalaba el techo que era la puta hostia. Bruno estaba dispuesto a cualquier cosa por él y una vez más, antes de poner el culo, abrió la boca y se la dejó follar intentando que se la colara hasta más allá de la campanilla.
El culazo morenito brasileño merecía su rabo a pelo como vino al mundo. Tras lamerle un poco el ojete, se arrimó al agujero con su polla, le dio unos cachetitos y se paseó con ella sobre la raja del culo. Sobra decir el gustito que sintió Bruno con ese cipote rozando algunas de sus zonas más sensibles antes de colarse en su interior.
Elia, que era un cabroncete juguetón, intentó metérsela sin manos confiando en la dureza de su polla. Casi lo consigue a base de domar el puto rabo que iba a su bola de lo empinado que estaba, de hecho el cipote encontró el hueco, pero al final, en vistas de que se salió, decidió agarrarse la polla y conducirla dentro como jun buen pastor.
No le hizo falta previamente bajar calzones ni nada, puesto que el brasileño ya venía con unos abiertos por el culo. Elia le agarró de la goma, se lo folló y le domó como a un potro salvaje. Más tarde fue Bruno el que se sentó sobre esa enorme polla y cabalgó. De primeras Bruno se la metió con cuidado dejándose más de diez centíemtros fuera, pero ya se encargó Elía de darle bombo por abajo y de hacer que saltase con fuerza para lograr clavársela entera.
Cada vez que cambiaban de postura, Bruno echaba una ojeada al pedazo rabo duro y lubricado. ¿Todo eso se lo estaba metiendo por el culo? Sí y lo que no te metías tú ya te lo forzaba él para que entrase. Se tumbó sobre la cama con las piernas bien abiertas, gimiendo y gozando como una puta, dejando que lo penetrase una vez más.
Metió el tubo y le propinó la traca final a toda hostia. A Bruno le dio tanto gusto que sin previo aviso terminó corriéndose encima, dejándose una abundante cantidad de leche encima y alrededor del ombligo que bien podría haber llenado una boca entera.
Elia le sacó la polla del culo y así de pie como estaba tiró a pajote. Tras unos manotazos rápidos y un gemido de gusto, comenzó a soltar la artillería pesada, chorrazos de lefa sin control alguno que terminaron decorando el cuerpo, la cara y el pelo de Bruno. Una lluvia de lefa en toda regla.
ENJOY NOW ELIA KISLEY BAREBACKING BRUNO MATARAZZO AT FUCKERMATE.COM
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