Orgulloso de su paquetón. No es para menos. Reclamo para bocas y culos insaciables, el musculoso belga Jozef tiene entre las piernas una tranca para repartir felicidad y a buen recaudo que más de uno en el gym le sigue los pasos hasta los vestuarios para poder ver ese ritual del macho entrando en las duchas.
La apretada goma de los calzones rodeando un turgente y grandioso culo. Es fácil imaginarlo bombeando en cualquier postura y unas manitas posadas sobre cada cachete, animándolo a meter más y más a fondo. El rabo saliendo fuerte y empinado hacia adelante, después de la tortura de estar encerrado en unos gayumbos que la madre que los parió, casi le aplastan los huevos.
El gustazo de montarse encima, empalarse esa polla por el ano y saltar a lomos de ese potro agarrándose bien a sus fuertes pectorales. Y mientras tanto esa sonrisa, esa mirada brillante y picarona a dos palmos, que te hace rendirte y dejarle hacerle todo suyo.
@ fotografías por Gert Kist