Con sus ojitos guapos, Jeffrey Lloyd sabe que es capaz de enredar a cualquiera que se proponga. Es su arte de seducción antes de entregarte todo lo demás, si al final accedes a quedarte un poquito más. Se dibuja un buen canuto bajo los calzones apretados, pero él decide enseñar primer el culo.
Y es para estar orgulloso de esos globazos, de veras, grande, todo un portento de la naturaleza. Nadie puede resistirse a las ganas de empotrar a un chavalote guapo como él contra las taquillas de los vestuarios, apetece colarle la polla por el agujero y escuchar sus gemidos. Es lo que más le gusta.
Pero si esperas un poco más, sólo un poco, quizá seas tú el que decidas abrir el culo y sentarte encima de su pedazo polla capaz de apuntalar el mismísimo techo. Gorda, larga, fuerte, dura, un mazacote hecho para hostiar jetas y romper culos. Da gusto ver cómo se la pajea a solas. Pero no está solo, nos tiene acompañándole en la corrida.