A Mario Domenech se le está poniendo la polla tan grande como su teléfono móvil mientras chatea. Ni se ha dado cuenta de que está a solas entre piso y piso en la oscuridad de las escaleras. Palote total con la conversación y mirando las fotos de un chaval cuyo contacto le acaban de pasar y que ha dado la casualidad de que es vecino suyo y vive un poco más arriba. Claro, entre que apenas para por casa y que hay tantas plantas en el edificio, era difícil encontrarse, pero se arrepiente de no haberse cruzado antes con ese bombón que no para de ponerle cachondo con fotos de su trasero y de su enorme y gigantesca polla.
Mejor que un vendedor de enciclopedias, Mario se presenta en la puerta de Gianni Maggio, toca al timbre y cuando le abre le pregunta si le gusta el envoltorio. Basta un sí para que los dos salgan cagando leches hasta la habitación a pasar un buen rato entre chicos.
El calvito de mirada sexy le pone burro y besa como un auténtico amante, si besa tan bien como come rabos será un lujo preñarle la boca entera. Mario no puede evitar fijarse en cómo el pollón de Gianni está luchando por salir por un lateral de los calzones. Le mete los dedos por la tela y le agarra la parte posterior del rabo acariciándoselo un poco por encima, pero la tiene tan dura que cuando se la suelta para acercar la cara, la pija ya se ha liberado por sí sola.
Lo que sale por los gayumbos es aún más alucinante de lo que se adivinaba por encima. No sólo tiene el tio un polón gigante y gordo, sino que encima es de los que caen con mucho peso y están ligeramente curvados hacia adelante, vamos, una polla enorme colgando como un badajo de grande, perfecta para retorcer la cabeza mirando hacia arriba y empezar a degustar colocando la lengua en el cipote. Porque esos trabucos para disfrutarlo a tope hay que tragarlos así.
Mario pierde la noción del tiempo y se deja llevar por el apetito. Ya tiene los calzones bajados a media altura del culo por donde Gianni le está practicando unos deditos. El sigue la caza de rabo tragándose algo más de la mitad de esos 24 voluminosos centímetros de manguera. Le gusta tanto el sabor de ese rabo que decide prestarle su garganta a ver hasta donde llega. Para eso se tumba sobre la cama con la cabeza al borde y deja que Gianni se la ponga entre sus muslos. El mega pollón cae hacia abajo y Mario lo atrapa con la boca chupándolo con muchas ganas.Menuda tercera pata tiene el cabrón, deliciosa.
Se ahoga de rabo, cierra los ojos mientras traga, sintiendo cómo el cabezón intenta colarse por su garganta. Cuando se la saca de la boca la mira con todas sus babas colgando encima. En su cara un gesto de rabia, no hace falta que diga nada para decir todo, esa polla es demasiado grande pero quiere más, hasta el fondo. No piensa parar. Mira que lo intenta el cabrón, otra vez tumbado boca arriba haciendo que Gianni apriete a fondo con el rabo sobre su cabeza, incluso llega a sentir los pelos de los huevos en la punta de la nariz, pero ni aún costándole un par de arcadas consigue comérsela entera, todavíale restan poco menos de diez centímetros para hacerla toda suya.
Ya que su boca no puede, a ver si su culazo sí. Como alma que lleva al diablo, tarda dos segundos en ofrecer su culo alzándolo y quedándose en Y sobre la cama con las piernas abiertas. Gianni sabe bien lo que son las bondades de un trasero bien hecho y el de Mario es una gozada, grandote, redondo y con un agujero envidiable. Mete los morros y le deja el hueco relleno de saliva, la que emplea para mojar la punta del rabo como si fuera un boli gordo en un tintero para empezar a escribir una buena historia de cama.
Pocas veces había tenido tan relleno el culo como a él le molaba, aquello era gigantesco. Menuda mole de polla partiéndole el ojo en dos completamente a pelo. Nunca se había planteado la fantasía del vecinito que se quedaba a solas en casa, pero quizá desde ese día podría pensar en hacerse un tour por las viviendas en busca de muchos más rabos que quisieran probar su agujero. Mario vendió culo a cuatro patas y dejó que aquel cabrón le diera por detrás con fuerza.
Una polla y un culo de semejante tamaño se merecían tener una comunicación cercana cara a cara sin tapujos. Mario se sentó encima clavándosela hasta los topes y le metió una culeada pajeadora bien rica. Había vecinos que llamaban a la puerta de otro para pedir sal, otros se metían hasta dentro, hasta el mismísimo fondo de la cueva.
La follada boca arriba fue espectacular, le dolía y le gustaba a partes iguales. Cuando se acostumbró a tener el culo abierto de par en par con todo ese trabuco dentro, fue cuando por fin alzó la vista para ver a ese potro ya sudoroso clavarle la manguera. De vez en cuando el rabo se salía y Mario podía notar el fresquito que le entraba por el culo con el agujero completamente a la interperie. Puto ladrón de ojetes, qué arte para robar.
Volvieron a repetir a cuatro patas. Gianni le colocó el rabo entre medias del valle de la raja del culo y cogió los cachetes, arrimándolos en torno al rabo pretendiendo hacerse una cubana. No la consumó del todo, decidió meter una de sus clavadas y se puso en plan perraco, metiendo polla y dándose de cabezazos contra la espalda de Mario, que estaba alucinando con lo que le estaba haciendo su vecinito.
Mario intentó mantener la compostura a cuatro patas, pero a cada pollazo que le metía se iba hundiendo más y más en las sábanas. Terminó tumbado boca abajo y con el culo abierto por aquella polla loca, lo que se dice bien follado.
Si aquella pollaza tenía tanta carga de esperma como su longitud, su cara se iba a convertir en un campo de batalla. Y así fue, nada más tener el trabuco encima de la jeta, el cabronazo empezó a salpicarle como un aspersor, metiéndole un lefazo tras otro con tanta energía y cantidad que hasta se vio obligado a cerrar los ojos. El primero le entró directo dentro de la boca, los demás le dejaron losmofletes y la barba pringados, saltando más allá de las sábanas con mucha potencia. Todavía con los ojos cerrados para evitar que le entrase semen en los ojos, siguió el olor a polla y se comió el rabo de nuevo.
Gianni ayudó a Mario a hacerse un pajote volviendo a meterle la polla todavía dura, ahora llena de babas y semen, por el culo. El gustazo al sentir de nuevo ese rabo penetrándole el ojete fue demasiado y Mario se corrió encima en cuestión de segundos, dejándose unas hileras de lefa entre los muslos y las caderas. El momento de relax tras la follada le sirvió para admirar con calma el cuerpazo de su vecino. Estaba mazao el tio. Todo esto lo pensó mientras el sudor de su frente se mezclaba con la corrida de su nuevo mejor follamigo del piso de arriba.
ENJOY NOW HORNY NEIGHBOURS GIANNI MAGGIO & MARIO DOMENECH AT FUCKERMATE.COM
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