Ya tenía al rubito de la clase contra la pared. Por fin iba a descubrir lo que Bradley Cook guardaba el guaperas entre las piernas, eso que las volvía locas a ellas y por lo que algunos chicos suspiraban poder ver algún día entre la clase de educación física y la de lengua, justo en el momento de vestuarios y duchas. Porque por suerte para ellos, también le iban los tios.
Jaro Vykvet le bajó los vaqueros y a medida que lo hacía alucinaba, primero al ver la base del rabo y después dándose cuenta de que aquella polla, incluso en estado flácido, parecía tan larga que no tenía fin. Por mucho que bajara los vaqueros, la muy puta no terminaba de aparecer entera, siempre había un centímetro más. Una vez fuera y sorteando el aire, Jaro le agarró el trabuco con la mano, observó a corta distancia la relación polla-huevos y le pegó un tiento que le dejó la boca llena.
Encapuchada, le costó un rato dislumbrar el cipote. A la segunda mamada ya tenía una mano detrás de la cabeza que más que obligarlo, le acompañaba para tragar más. Le molaba toparse con esos pelillos rubios de la base del rabo y entre los huevos, siemprele habían gustado los tios rubios y con algo de pelo, porque era como si fuesen leones pero sin que poareciera que tenían demasiado pelo en el cuerpo.
Antes de follárselo, Bradley le dejó incluso probar su culito. Jaro se lo lamío con gusto, deseando que algún día le dejara introducirse dentro, algo que no dudaba sucedería más bien pronto que tarde. Bradley se quedó tumbado sobre la cama, con el rabo en alto, mirando cómo Jaro bajaba el culo dándole la espalda y poco a poco su polla se lo iba blandiendo hasta estar dentro por completo. Disfrutó de una paja porculera que le dio vida.
