Inquilinos por casualidad, Carlos Leao y Ronny se han encontrado esa mañana en la misma casa, al despertar después de una frenética noche de fiesta y borrachera. Sus respectivos ligues de una noche, compañeros de apartamento, les llevaron a su casa y casi en habitaciones contiguas, escuchando los gemidos unos de otros, follaron como locos hasta caer rendidos durmiendo la mona. Ahora han despertado y ni rastro de sus parejas, que deben haber ido a comprar el pan o tostadas para hacerles el desayuno.
Difícil aguantar la belleza de un muchacho con una bella sonrisa como la de Ronny, tan risueño y simpático, así como el cuerpazo de un brasileño como Carlos, medio en bolas, marcando parte de la trempera mañanaera bajo los calzones apretados y con tanta calor que termina quitándose la camiseta. Ya que sus respectivos tardan demasiado para darles de comer, evitan pasar hambre y ya se comen entre ellos.
Ronny es el primero en saciar el hambre. Abalanzándose literalmente sobre Carlos, junta sus labios con los suyos y posa directamente la mano en el paquete palpando la dureza de lo que parece ser una inmensa polla larga y grande. Mete los deditos por debajo de la tela y con la yema roza y pajea el lateral de un rabo creciente. Carlos flipa con el atrevimiento de ese chavalín, ahora comprende los gemidos que escuchaba la pasada noche. Sin duda será todo un honor clavarle la polla y ver cómo salta con tanta energía.
Joder cómo se menea el puto cabrón besándole por todas partes sin parar, un niñato revoltoso que según va bajando por su cuerpo ya sabe lo que quiere, merendarle toda la polla entera. Antes de eso lo levanta y le hace una buena inspección al culito, poniéndose detrás de él y frotándole el paquete, así el rabo y el culito van conociéndose mejor a distancias cortas. Carlos le corre los calzones con la manaza grande, dejándole la raja al aire y empieza a endulzarle con saliva el ojete por el que colará su polla.
Carlos intuía que ese chaval tenía pinta de ser revoltoso, lo que no sabe es hasta qué punto. Comienza a descubrirlo cuando el chaval le saca el rabo y empieza a chuparlo. El muy cabrón le pega una primera calada que le hace soltar un gemido, porque se la traga entera hasta los huevos y encima aprieta hacia el fondo pretendiendo tragar más de lo que hay. Carlos nota cómo su polla se pone más dura y se cuela por el interior de su garganta. Va a tener que controlar sus ganas de correrse con este pequeño mamón, que no para de hacerle eso una y otra vez y además no para de revolverse con el culo abierto sobre el sofá.
Pocos tios han logrado comerse su rabo hasta el fondo y aprovecha que este tiene buenas tragaderas para follarle la cara, poniéndosela de lado, agarrándola fuerte con las dos manos para que no se mueva y penetrándole la boca con las pelotas impactando sobre sus mofletes a cada arremetida. Le tienta el ojete con la punta del cipote, haciendo con que se la mete y después pasea el rabo todo lo largo que es por el valle de la raja de su suave culito, suficiente para ponérsela dura del todo.
No necesita manos, a pelo y sin condón enfila la polla hacia el agujero y aprieta con fuerza. Logra colar el capullo al primer intento y sigue adelante clavando la polla hasta la mitad. En esa posición detrás de él y con Ronny arrodillado, se lo folla y va metiendo cada vez un poco más hasta meterse dentro de él por completo. Lo bien que se lo tuvo que pasar el coleguita al que no conoce la noche anterior, resguardando su cosota dentro de ese culo flipante.
Ven a sentarte a las piernas de papá. Ronny le agarra el pollón con la mano por detrás conduciéndolo a su culo y se sienta encima dejando caer el peso de su cuerpo hacia abajo penetrándose él solito. Carlos asiste a una paja saca leches flipante, un baile de culo que le pajea el rabo entero hasta hacerle desear correrse en ese mismo instante. Con los pies apoyados en los muslos, Ronny se da la vuelta y se queda suspendido por la polla, subiendo y bajando por ella con el culo. Sube y baja sus globazos por esa herramienta todo lo gorda y larga que es de principio a fin, consciente de lo que está haciendo y a sabiendas de que en cualquier momento le pueda preñar en un descuido, pero eso le pone más cachondo todavía y le incita a saltar más alto y más fuerte.
Antes de que las pelotas le revienten, Carlos pasa a controlar la situación y le vuelve a dominar por detrás dándole rabo a su propio ritmo. Se la enfila enterita como a él le gusta, sacando el rabo hasta el cipote y metiendo dentro hasta impactar sus huevos contra la raja del culo. De vez en cuando se le escapa la polla, pero sin problemas (y sin manos) la reconduce hacia el agujero de sus amores para seguir follándoselo.
El chapoteo de los cojones chocando ya puede oirse por toda la habitación y más alla. Como lleguen sus ligues y se encuentren la escenita seguro que se unen. A Carlos eso le pone burro y hace alarde de sus músculos y su fuerza cogiendo al chavalín en brazos y enchufándosela de pie. El tio se pone como un toro lanzando a Ronny discretamente hacia arriba y después dejándolo caer a lo largo de su tronco.
El culito cada vez está más encharcado y tan sólo le falta una cosa para quedar lerfecto, pero por el momento Carlos no va a dejar pasar la oportunidad de disfrutar de ese chaval todo lo que pueda, auqnue tenga que contenerse las ganas de dejar escapar el polvo un poco más. Le encanta sentir el roce suave de las nalgas apretando su grandiosa polla. Quién fuera ese cojín sobre el que posa el culo de Ronny, para poder sentir el olor y el roce de esos huevazos grandes y rugosos en toda la cara. Con mucho gusto me quedaría ahí debajo sintiendo las pelotas recorrerme desde la barbilla hasta la frente mientras ese macho empotra.
Ronny se deja ir vertiéndose la leche encima. Comienza un rápido pajeo lateral que termina en un delicioso parón con su rabo escupiendo lefa. Cachondo por la visión del chaval con el torso lleno de leche y el rabo deslizándose por la lefa pegajosa, Carlos le saca la polla del culo dejando rebosar los primeros lechazos, pero metiéndola enseguida para terminar de preñarle el culo como se merece. Y ahora que vengan los otros con el pan y las tostadas, que ya tienen con qué pringarlas.