Un flechazo en el parque. En cuanto Tim Kruger vio a Nik Fros se quedó prendado de él. Si un tio conseguía ponérsela bien dura y le aumentaba el ritmo cardíaco, significaba que merecía mucho la pena. Con un aire muy viril, chulazo, atractivo, un alucinante torso peludete y musculado, con sus apabullantes y fuertes hombros remarcados por la cadenita que llevaba al cuello. Y su andar… ayyy su andar. Que al chaval parecía quele incomodaban los calzones porque no llevaba y ya se adivinaba una buena pija zarandeándose y golpeando la tela desde dentro.
Estaba deseando ponerle a cuatro patas, meterle la verga en ese culazo de hombretón, hacerle sudar y abrazarle fuerte y con cariño por detrás mientras le tocaba los pezones de esos esculturales pectorales con la yema de los deditos y le llevaba a otro nivel terrenal donde sólo tuvieran cabida los hombres. Su sola presencia, con el torso desnudo de cintura para arriba, le despertó toda la lujuria que llevaba dentro.
Para cuando se lo llevó a casa, Tim ya la tenía a punto. Ese cabronazo tenía pinta de ser toda una bestia en la cama y lo demostró hasta chupando verga. Cómo se atragantaba con el gigantesco pirulón de Tim, obligándose a tragar hasta el fondo, hasta hacer brotar lágrimas de sus hermosos e hipnotizantes ojazos de color azul coral. Fue una locura penetrarle, ver el cuerpazo de ese machote desnudo ante él y abierto de piernas, abriendo los ojos de sorpresa al sentir cómo un rabo de veinticinco centímetros le rebanaba el ano.
Un culazo grande, apatecible, fuerte, apretadito y muy acogerdor. Acopló los muslos a sus cachas y lo disfrutó de pleno metiéndole y sacándole toda la figa del culo hasta las bolas. Le hizo de todo y todo fue una locura insana. Todavía no podía creer que un chulazo así de fornido pudiera estar cabalgando sobre su polla. Fue follándoselo bocarriba de nuevo cuando a Tim le pilló de imprevisto el flujo de lava.
La sacó a tiempo para que un chorrete de lefa saliera de su pene brotando hacia arriba, mojando los huevos y la picha del chaval, que miraba fijamente el pollón erecto expulsando semen. Dado que tanto le gustaba admirar esa escultura, Tim ni se la tocó, se la dejó ahí dando los últimos brotes. Entonces Nik le atrapó la polla con su manaza fuerte y varonil y se la exprimió sacándole todo el zumo y ensuciándose el puño. Después de eso, sonrió de satisfacción y se quedó con los brazos hacia arriba, todo sudado, marcando biceps, con unos buenos pelazos en los sobacos. Tim deseó que pasara el tiempo reglamentario para poder volver a follárselo otra vez.