La bañera no era lo suficientemente grande como para que Nate Anderson y Dylan Anderson pudieran mantener las distancias. Ahorrar era importante para ellos y les encantaba poner su granito de arena protegiendo el medio ambiente. El sonido del agua meciéndose de un lado a otro y el contacto de otro cuerpo tan cerca les estaba empezando a endurecer los rabos debajo de los speedo que llevaban puestos.
No había sido una buena idea hacer aquello. Se levantaron a la vez y empeoraron las cosas, porque al hacerlo, Nate rozó la huevera durísima de Dylan y este a su vez se quedó sin saber dónde agarrarse, por lo que acabó rodeando a Nate por detrás apoyándose en su hombro. Dylan no sabía dónde esconderse. Parte dle rabo ya se le salía por arriba todo duro y Nate no dejó de mirárselo, sorprendido.
Dejaron de fingir que no les gustaba. Nate miró a Dylan con deseo, le hizo sentarse en la esquina de la bañera, le bajó los speedo por las pantorrillas y le comió todo el rabo mojado después de echarle todo su aliento de deseo apretándolo entre su cara y el torso. Dylan se puso cachondo, se levantó, cogió al chaval por la cabecita y le metió una buena follada por la boca haciéndole tragar rabo.
Volvieron a meterse dentro del agua, pero esta vez completamente desnudos, con los periscopios apuntando hacia arriba, bien visibles y grandotes. Nate agarró la suya y la de Dylan e hizo por los dos una buena paja. Luego retozó sentándose encima de Dylan, restregando su culo por la polla, sintiendo su dureza y su calor y se la acabó metiendo sin condón por el agujero. Se secaron y fueron a la camita a seguir jugando. Allí Nate le entregó su trasero a Dylan para que se lo siguiera enculando.
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