Su padre le había contado acerca del servicio militar y Blain O’Connor siempre lo comparaba a la Universidad en cuestión de sexo. Solo, perdido y abandonado en un mundo nuevo de otros que se sentían igual que tú, teniendo que buscarse las habichuelas y un agujero donde meterla. O dos. Cada vez que Blain veía a la parejita de Scott Finn y Joseph Castlian acarameladitos en el sofá, tenía una imagen de ellos tan dulce, idílica y perfecta que le daba cosa proponerles que hicieran un trío y entrometerse en su relación.
Pero la necesidad apremiaba. Era viernes por la noche y el campus se había convertido en un lugar donde las pajas y el sexo campaban a sus anchas. Blain podía haberse quedado en su habitación, como tantas otras veces, cascándosela a solas, pero prefirió intentarlo y, no sin dificultades para expresarles lo que quería, les contó lo mejor que pudo lo que quería con ellos.
Scott y Joseph dejaron que ese machote guaperas y ojazos se expresara y se pusiera nervioso, aunque ellos sabían bien a lo que se refería. Llegó un momento en que Scott no pudo contener la risa, le agarró del cuello con una mano, le besó en la boca y le susurró que se dejara llevar, que iban a cuidar muy bien de él. Entre él y su chico le dejaron en medio y empezaron a desnudarse y a besarle el cuello. Los tres bien cerquita, rozándose los paquetes.
Blain llevaba vaqueros y aún así s ele notaba mucho la empalmada, una que en Scott y Joseph era más que evidente debido a que estaban con los pantalones de chándal grises de algodón. Se lo comieron todo y no le faltó de nada. Lamida de sobacos, Joseph apreciando sin tapujos los rico que estaba ese hombretón, con unos buenos pectorales y un señor culazo marcado en los vaqueros que no dudó en cogerle con ambas manos con ganas de poseerlo.
Los dos se sacaron las pollas y le hicieron agacharse para comer rabo. Se la devolvieron comiéndole el culo y la polla, uno por delante y el otro por detrás. A Blain le bastó eso y poco más para saber quién solía llevar las riendas en la cama. Scott se puso a cuatro patas y Blain se apiló encima, aplastando su polla y sus huevos sobre su espalda. Los dos meneando sus culos para cedérselos a Joseph.
Fue una artimaña de los dos. Scott salió de debajo de su cuerpo y le dejó a solas a cuatro patas. Se puso delante de su cara entregándole su pene para que chupara mientras Joseph se entretenía acariciando la raja del culazo de Blain con su durísima pija, poniéndole bien cachondo. El grito de gusto no tardó en llegar y se prolongó lo que tardó Joseph en trincarle con la polla desnuda hasta tenerla toda dentro. Scott se inclinó para mirar de cerca cómo lo hacía.
Le dieron la vuelta y Scott se benefició su trasero. Mientras le daban rabo por delante y por detrás, escuchó cómo se aproximaban las caras y se besaban encima de él. Blain intuyó que esos dos se habían marcado unos cuantos tríos, a juzgar por la forma en la que se manejaban. Parecían un equipo en perfecta armonía. Joseph ya se había plantado debajo de Blain y entre los dos se estaban haciendo un sesenta y nueve mientras Scott se la metía por detrás y su novio aprovechaba de ves en cuando para darle cera a la polla que tenía justo encima de la jeta.
Blain suponía que Joseph era de mirar y no tocar, de esos que te follan bien follado pero que se conforman con eso. Estaba muy equivocado. Lo comprobó cuando Joseph se cabalgó la pollaza de Scott y empezó a comerle el rabo y los huevos a Blain con un apetito insaciable. Para entonces Blain ya había perdido la timidez. Cogió a Joseph, lo empujó sobre la cama, le abrió de piernas y le metió toda la polla.
Era guapo, la tenía enorme y dura y le daba un morbazo increíble follarse su delicioso culo de empotrador. Se lo folló hasta sudar como un pollo y luego cambiaron las posiciones para que fuera él el que se desfogara metiendo esa dura tranca en su culo. Los tres estaban a punto. Blain se quedó pajeándose sobre la cama y Scott y Joseph se acercaron para pajeársela sobre su cara.
El primero en disparar fue Scott, con unos chorrazos blancos y espesos que salieron despedidos por encima del cuerpazo y la cara de Blain. Le dejó la nariz, el bigote , el pelo y los morros llenos de leche. Joseph también tenía los huevos bien cargados porque le metió una ducha alucinante. El cabrón parecía no tener fin, expulsando esperma por la polla a presión, lanzando unos chorrazos de altura que se elevaban hasta el techo y caían como lluvia blanca sobre el suelo, sobre las sábanas, sobre la cara y los pectorales de Blain.
Fue este el último en correrse. Scott le tenía entre la espada y la pared, introduciéndole un dedo por el culo a toda potencia. Blain no fue menos y disparó a toda potencia, expulsando por su polla unos mecos blancos y mu espesos que se quedaron luciendo palmito encima de su torso varonil y potente. Ese era el viernes noche que esperaba hacía tiempo, el que acababa con todo su cuerpo lleno de leche de hombre, como un buen cerdaco. Y por lo visto no era el único. Scott recogió con la lengua la leche y la compartió con su novio. Luego bajó hacia Blain y se la plantó en los morros. Besos blancos y deliciosos.