Con el cambio de hora, Allen King se levantó mucho más temprano de lo normal dispuesto a hacer un poco el gamberro. Se puso el chándal, la careta del disfraz y se coló en la habitación de Viktor Rom para darle un buen susto, pero el susto se lo iba a llevar él al ver que Viktor estaba completamente desnudo bajo las sábanas, en la vigilia de un sueño húmedo, con su gigantesca polla gorda y morenota empinada.
Arrancado de su sueño, Viktor iba a tener que culminar de alguna forma y bajo ningún concepto iba a darle al manubrio con una paja. Quería un agujero donde meterla. Allen, sumiso, se puso a cuatro patas sobre la cama, apoyó el pecho sobre el colchón y elevó el trasero. Viktor le bajó los pantaloncitos del chándal como si estuviera pelando un plátano. Al ver ese culazo blanquito, redondo y suave, todo para él, sintió palpitaciones en el nabo y la felicidad pura saliéndole por todos los poros de su cuerpo.
Se los bajó un poquito más. Entre las piernas pudo verle el nacimiento de los huevos. Era tan bonito que no pudo resistirse más. Le echó un certero salivazo desde arriba que acertó de pleno en el agujero y le blandió todo el ojete con su enorme polla. Qué rico quedaba su rabo gordo, duro y caliente, desnudito y sin condón, entre ese par de nalgas preciosas y redonditas.
Entraba super apretadita. Allen no paraba de gemir a cada pollazo, sintiendo que se le iba a desgarrar el ano de un momento a otro. Viktor le dio por culo por la retaguardia, encajando la pedazo polla a pelo dentro de ese agujero, estampándole la huevera entre las piernas y en la goma de los pantalones que le quedaban justo por debajo del culito.
Se inclinó sobre él en posición de flexiones buscando darle con más fuerza, pero no las midió y Allen acabó con toda la tranca metia dentro de su culo y los huevos de ese macho aplastados en su entrepierna. Se giró para darle cera, para chupársela y que se la pudiera seguir metiendo así de bien. Ese pollón era más grande y gordo de lo que su boca podía acaparar.
Se detuvo a acicalar con sus babas el sabroso y despampanante cipote abreculos e intentó tragarla entera. Al hacerlo, Viktor lo tomó como una declaración de intenciones y le folló la boquita intentando penetrar su garganta profunda. Allen se encargó de rechupetear con ganas la parte que había quedado seca, incluídos esos enormes cojones. Quería escuchar cómo sonaban con sus babas encima cuando le diera de nuevo por detrás e impactaran entre sus cachetes.
Se desnudó para Viktor, irresistible con ese torso definido y musculadito. Conservó los pantalones del chándal por los muslos, un elemento morboso importante que hacían parecer esa follada un aquí te pillo, aquí te cepillo, como si acabaran de conocerse y se hubieran internado en un callejón con la única intención de copular. Con el diámetro bien dibujado en el agujero de su culo, Allen apoyó fuertemente los brazos sobre la cama y empujó hacia atrás y hacia adelante autofollándose, tragándose esa jodida y descomunal polla.
Cuando mejor se la pudo tragar fue saltando sobre sus piernas, montándole. Le hizo un pajote meneándosela con su culo. Era flipante ver ese pollón gordísimo y gigantesco entrando y saliendo de su culo redondito, casi hipnótico. Para esto sí que tuvo que bajarse un poco más los pantalones. Se los dejó por las rodillas, dejando también que Viktor admirase su dote, de la que iba más que sobrado, con una larga pija y unos buenos cojones que empezaron a restregarse por el vientre de su macho al saltar encima. Al sentirlo, Viktor se vino arriba, le cogió por las caderas y le fusiló a pollazos enculándole desde abajo, dándole lo que quería, el sonido de sus cargadísimas pelotas jodiéndole el trasero.
Allen sabía muy bien cuándo un hombre iba a correrse. Viktor empezó a gemir gritando en alto, vio ese gesto de rabia en su cara, dispuesto a entregarlo todo. Viktor podía haber replegado un poco el culete y haber sacado la polla a tiempo. Allen podía haber elevado un poco el trasero liberándose del rabo que le follaba. Pero ambos decidieron no hacer nada, se dejaron llevar y Viktor se quedó dentro de él, con la polla encajada, bombeando leche, preñándole.
Allen esperó unos segundos antes de dejarla salir. Le encantaba sentir el bombeo, la leche rica en calcio correteando por las paredes de su culo, esa polla enorme abriéndole un poco más el agujero mientras descargaba, inflándose de orgullo. Cuando dejó de sentir sus latidos de amor expulsando leche, se la sacó poco a poco y de su ojete empezó a salir lefa, formando un buen charco en el bajo vientre de ese empotrador.
Volvió a ponerse a cuatro patas con el culo en pompa. Sabía lo importante que era para un macho ver su obra de arte. Viktor le agarró de ambas nalgas con las manos y no sólo lo admiró, sino que coló los morros y empezó a relamer toda su leche. Un buen truco para un mejor trato.