Pregúntate si te mola comparar músculos con tu colega, si quedas con él para echar una pachanga al fútbol en el parque y te encanta ese momento en el que el sudor comienza a hacer acto de presencia y las camisetas vuelan, si te excita ver a tu colega tomando el sol, marcando biceps, six-pack y el torso bañado en sudor, si se te pone contenta al acercarte demasiado y rozar tus pezones calientes contra los suyos, si más d euna vez te encantaría pegarle un buen morreo de lo guapo que es.
Si has respondido que sí a una o más de estas cuestiones, deberías pensar en probar a hacértelo con un tio para descubrir de qué lado estás. Puede que seas como Felix Fox y Roman Todd, que cuando empiezan, ya no pueden parar. Puede que todo comience como una broma en el coche de camino a casa. Tu colega descubriendo que se te sale la picha por el lateral de los calzones y echándote una mano y algo más, inclinándose para chupártela, que eso se ponga tan duro e interesante que al final y de verdad necesites echar tiempo extra para rebajársela en el dormitorio.
Pero eso será sólo el principio, porque querrá dejarte desnudo, abrirte de piernas, besarte el rabo, comerte toda la polla. Querrás correrte al ver su guapísima y varonil cara entre tus piernas, apoderándose de tu rabo, relamiéndolo de abajo a arriba, sintiendo su mano caliente masturbando tu miembro, sus labios y su lengua repasando la raja de tu culo, preparándolo para la llegada.
Verás que se pone de pie, que algo grande destaca entre sus piernas, que está más contento de lo normal y que persigue que tú le pongas la misma pasión y dedicación que él contigo. Querrá que le chupes el rabo, te agarrará de la cabeza y te empalará la picha hasta el cogote dejándote sin respiración. Calmará tu boca jadeante y rebosante de babas con un beso antes de ponerte a cuatro sobre el sofá para darte por culo y metértela a pelo.
Entonces sentirás a tu colega más dentro que nunca, recordando sin remordimientos las pocas veces que os dábais a los estudios, que dibujábais pollas en los cuadernos o que hablábais de chicas fingiendo que os gustaban. Te follará de todas las formas habidas y por haber, forjará tu culo con su hierro candente y podrás recrearte en su hermoso cuerpo esculpido por el mismísimo Dios, con un cuerpazo y un culo de los que te costará desenamorarte.
Te dejarás vencer delante de él, mostrando tu mayor debilidad en el momento justo en que la leche escape de tus huevos para salir a flote rebosante de vida sobre tu vientre, todavía danod espasmos y vigilando de cerca con la mirada su cuerpo bronceado, musculoso, fuerte y sudado. Sentirás su semilla blanca inundándote el interior del ano, su espesa leche recorriendo el camino entre tus nalgas hasta caer al suelo y sabrás que aquel tiempo en que el pacto entre amigos se sellaba a base de un escupitajo en la mano y un choca esos cinco habrá pasado a mejor vida.
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