Dispuesto a echar la primera meada del día, Viktor Rom se dirigió al baño completamente empalmado, con su soberana polla dando bandazos de lado a lado. No llegó a levantar la tapa del wc. De hecho, ningún hombre en su sano juicio le hubiera dejado hacerlo de haberse encontrado con semejante pijote en su camino y Ruslan Angelo tampoco se lo permitió. Ruslan estaba en la ducha y salió enseguida a su encuentro, agachándose en cuclillas y devorando ese pollón en el mejor momento del día, recién levantado, así colgando entre durito y morcillón, con la raja del cipote rezumando lechecita.
Menudo gusto daba desayunar y pegarse el atracón con una polla así de gorda que te completara toda la boca. Viktor le agarró a dos manos por detrás del cogote y le folló la boquita hasta que la cara se le puso roja y le faltó la respiración. Así, a fondo hasta el gaznate. Cuando se arrodilló para seguir chupándosela, Viktor por la postura Viktor pudo ver su culazo blanquito, redondo y suave. A punto estuvo de dejarle la leche en la boca, con lo que a él le gustaban los buenos culos.
Los ojazos verdes de ese cabrón mirándole desde abajo, con la lengua por fuera sediento de rabo, sacaron un poquito más su lado animal sacándolo del sueñecito que precede a una buena siesta. Ruslan le dio la espalda. Una pierna al suelo, la otra levantada con el pie en el lavabo. Le dejó el culazo abierto a tiro, con los huevos y la polla colgando para que se recrease mejor con las vistas.
Le comió la raja y el ojal y se hubiera divertido más con sus pelotas y su rabo de no ser que estaba ardiente por penetrarle. Se levantó y le coló toda la polla por detrás sin condón. Cómo meneaba el culito el muy cerdaco, contoneándolo, pavoneándose, siendo el tio más feliz del mundo por tener a un macho cubriendo su retaguardia. Y cuanto más se pavoneaba, más cachondo se ponía Viktor deseando su trasero.
A pesar de tener un trabuco gigante perforando su ano sin descanso, Ruslan permaneció activo todo el rato, con la picha más tiesa que una estaca, a punto de reventar. Cuando levantó el culete para que Viktor se lo lubricase de babas para seguir con la follada, Viktor aprovechó y pasó el pijote de Ruslan entre sus piernas empuñándolo en su mano y masturbándolo a la vez que le empapaba toda la raja.
Por fin Viktor llegó al wc, pero al tener el rabo en otros menesteres, las ganas de mear se le habían pasado. Se sentó encima de la tapa del retrete, abrió un poquito las piernas y Ruslan fue gateando entre ellas para comerle toda la polla. Viktor gimió de gusto al sentir esos dulces labios masajeando su nabo, echóla cabeza hacia atrás y se imaginó en un lugar sucio, en un baño de carretera sólo para hombres.
Sin dejar de pensar en ello y pensando que estaba en uno de los estrechos retretes, con apenas espacio entre la bañera y la pared, se lo folló a pelo a cuatro patas. Ruslan apoyó los hombros en el suelo, elevó el culo y se lo cedió a Viktor para que se lo taladrara. Cada vez que cambiaba de postura, le comía la polla y se la llenaba de babas para que entrara mejor y cuando lo hacía aprovechaba para masturbarse a toda hostia.
Para cuando Viktor volvió a sentarse en el retrete y vio acercarse a Ruslan de nuevo a cuatro patas, viendo su hermoso culazo, sintiendo el calor de su lengua comiéndole las bolas, supo que allí iba a acabar todo. Un enorme lacer le recorrió la nuca y la espalda. Inclinó la polla hacia la cara de Ruslan, que estaba mirándolo con sus ojazos verdes, con la boca abierta y la lenga por fuera y le empezó a lefar la carita guapa, con un chorrazo en su mejilla y el resto del jarabe colándosele por la boca.
Ruslan le dio un besito en el cipote que seguía rezumando leche y luego le succionó el capullo entero sacándole la lefa para escupirale encima de la polla y volver a recogerla de nuevo con una mamada. Con la boca bien sucia, acudió a Viktor para besarle y este le metió la lengua para probar su esperma. Se metieron en la bañera y se ducharon, pegaditos el uno junto al otro, apretando polla con polla.