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Orgía de mamadas, folladas a pelo y hambre de lefa entre Viktor Rom, Allen King, Pol Prince, Ruslan Angelo y Ronald

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Cómo se les había ocurrido empezar la fiesta sin ellos. Ruslan Angelo ya estaba de rodillas dando buena cuenta del rabo gordo y morenote de Viktor Rom cuando Allen King, Pol Prince y Ronald entraron por la puerta. No esperaron a llegar donde ellos estaban para ir quitándose la ropa. Allá por el pasillo se habían dejado zapas, camisetas y pantalones.

Allen fue le primero en llegar quitándose los calzones y tanto él como Viktor se quedaron mirando el cuerpazo de Pol, que con mucho arte se bajó las ajustadas bermuditas junto con los gayumbos y su polla larga y tiesa salió dando unos bandazos en remolino tan flipantes de lo guapa que tenía la pija que les revolucionó a todos. Allen le miró como un hombre que jamás se acostumbra a la belleza de otro tio y al tamaño de su polla. La fiesta había empezado.

Dejando que los novietes se mamaran la polla y el culo en el sofá, Ronald les dejó su momento íntimo mientras él se iba a formar cola por detrás de Ruslan, que tenía las piernceitas separadas, en la postura perfecta para meter los morros en la raja de su estupendo culazo suave y grandote. Allí se quedó, de rodillas, cuando Ruslan se levantó y entre él y Viktor le dieron de comer rabo, uno tras otro, sin dejarle tiempo para respirar.

Unos gemidos llegaron de la parte del sofá, donde Pol ya estaba follándose a Allen a pelo, dejando su culete más que satisfecho. Eso animó a los otros tres a compartir sofá con la parejita y comenzar esa orgía entre machotes. Ruslan apoyó su pecho en el respaldo del sofá, dejó el culo abierto y fue Viktor el que se animó a penetrarlo primero, machacándole con su enorme pollaza.

Tan sólo había dos rabos que Ruslan no se había llevado a la boca, pero los terminó probando en cuanto la pareja entró a formar parte de la orgía a cinco. Cuando el cuerpo de un hombre estaba caliente y su mente más todavía, allí nadie era de nadie, todos eran para todos. Ruslan se fue con Allen a que le comiera bien el ojal y la verga y Pol se quedó dando de comer rabo a Ronald, al que le había entrado envidia sana y ya estaba gozándola con el pollón de Viktor dentro de su agujero y besando al guaperas del grupo que estaba machacándosela delante de él.

Se dejaron llevar por lo que el cuerpo les pedía, sin definirse como activos o pasivos. Dieron un rato de calma a sus culos y se dedicaron a comer pollas. Roland se metió entre las piernas de Viktor para comerle el tronquito mientras Pol y Allen hacían lo propio comiéndose a dos bocas la pija larga y gorda de un afortunado Ruslan, eso antes de que Allen y Ronald tomaran asiento y se ensartaran en un buen par de pollones.

Ronald y Allen se cambiaron las posiciones. Allen estaba completamente desatado, deseando rabo. Cogió con la mano un poco de saliva mirando el pollote de Viktor, demasiado gordo y apetecible, y se llevó esa mano al culete para lubricárselo bien. Se veía gorda y grande. En cuanto le atravesó el ojal supo que sus teorías eran ciertas. Dolía, pero daba mucho gusto y en eso ayudaba el sentir un buen golpeteo de un par de cojones calientes rebotando sobre tu nalga.

De momento sólo quedaban dos soldaditos en pie y es que Viktor y Pol eran los únicos del grupo que todavía no habías recibido su dosis de rabo. Ahí estaba Pol, en su salsa, ejerciendo de empotrador con Ronald, alegrando la vista con su porte y con el tamaño de su grácil polla. Ronald estaba encantado y estiró una mano hacia atrás para agarrarle por el cachete del culo, porque si tenía un prototipo de tio al que le gustaría encontrarse en cualquier local de chicos, sería ese.

Al otro lado, otro empotrador se los llevaba al huerto a pares. Allen, que estaba totalmente salido, se armó de valón y empezó a saltar con fuerza sobre la polla borracha de Viktor, dura, grande y caliente, dejando caer sobre ella todo el peso de su cuerpo. Casi se le desgarró el ojete. Al verlo, Ruslan, que tenía las mismas ganas, pidió turno a Allen y ocupó su lugar haciendo lo mismo.

Puede que uno la tuviera más larga o más bonita o incluso las dos cosas, pero en cuanto veían la de Viktor todos se ponían a cien. Sin esperarlo, teniendo que contener la leche dentro de los huevos, Viktor vio como se le acercaban a la entrepierna Allen, Pol y Ronald. Tres caritas guapas comiéndole la polla y los huevos, demasiado para cualquier hombre. Pero él no era un hombre, era un super hombre y aguantó las mamadas de esos pollitos hambrientos.

En esa postura a cuatro patas, Pol estaba irresistible. Era como entrar a los vestuarios de un equipo de fútbol y encontrarse a un jugador de esa guisa, con un buen culazo y entre las piernas el rabo colgando. Ruslan se colocó detrás de él y se puso las botas pasando el rabo entre sus piernas haciéndole la triple comida de campeones. Rabo, huevos y raja.

Calientes, sudados, como animales, a punto de reventar de gusto, después de satisfacerse a base de folladas y mamadas vieron el momento oportuno para soltar la pesada carga de sus pelotas. Allen tenía la pollaza de Viktor metida en la boca, mamando, pajeándola con saña. Apenas dejó hueco para que Ronald, que estaba con los labios pegados a los suyos, tuviera la oportunidad. A Viktor no le quedó otra que correrse dentro de la boquita hambrienta de Allen.

Cuando sacó la polla de ella, lo hizo con los colgajos de semen pululando entre el cipote y sus labios. Tanto Ronald como Pol se acercaron a chupar de esa rica lefa. Pol además se llevó el semen en la boca para escupirlo sobre el rabo de Ruslan. Eran como tres putos cerdos, guarreando con la lefa, conduiciéndola de una polla a otra, besándose con ella, disfrutando del jarabe de macho.

Y de momento sólo se había corrido uno. Ruslan fue el siguiente. Correrse con la guapísima cara de Pol cerca de su polla era una fantasía. Antes le hizo comerle los huevos y aprovechó que se la estaba zampando para correrse dentro de su boca también. Allen fue le primero que se acercó para chupar de la polla y de los labios de su noviete, al que le colgaban los lefotes de la barbilla, haciéndole de tan guapo, irresistible.

Nunca una carita guapa estaba lo suficientemente llena de leche. Allen se levantó, se la peló dentro de la boca de su chico y se corrió también dentro de ella. Ronald estaba justo al lado para comerse las sobras hasta que le tocó el plato principal. Pol se puso de pie, hizo que Ronald se la chupara agarrándole con una mano por detrás de la cabeza y se aseguró de que cuando soltara la corrida no se le escapara ni una sola gota. Allen acudió a probar de su chico, que le gustaba lo buen cocinero que era.

El club de los cinco se puso de pie y se quedaron en corro todos juntitos, abrazándose, besándose, compartiendo el sabor a macho, viendo sus pollas colgando, sus cuerpos sudados, tocándose, lamiéndose, recordando las cerdadas que acababan de hacer y disfrutando del resultado de todas ellas.

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