La nueva amiguita de sus colegas tenía unos buenos melones. Xander Corvus no podía quitarle ojo del canalillo, o más bien canalón porque la tía llevaba las mamas casi al descubierto, y aprovechó que en el juego de mímicas se le salían por fuera para tocar todo lo que pudo, especialmente simulando jugar al golf o que sacaba la leche a una vaca. Joder, esas protuberancias eran infinitamente mejor que las de una vaca, tenían un tacto suave y necesitaba tocarlas.
Cuando se quedaron a solas, Codi Vore se apretó sus pechos e invitó a Xander a divertirse con ellos. Desde cuándo Xander no era tan feliz ni se acordaba, tampoco desde cuándo había tenido tantísimas ganas de volver a ser un bebé y amamantarse de unas buenas tetas. Tenía fama de follador por lo atractivo que era, pero la mayoría de chicas a las que conocía en fiestas de lujo gastaban silicona por un tubo. Tocar unas naturales, colgando con todo su peso, tan gigantescas, le transportaron a un mundo lleno de felicidad.
Ni se dio cuenta de que ya estaba bien empalmado hasta que la polla empezó a apretarle en los vaqueros. Nunca tendría suficiente rabo para esas domingas, pero se los bajó confiado pues la tenía larga y bien grande. Al ver su pollón duro y gordo destacando contra esos melonacos, se dio cuenta de que a lo mejor estaba mejor dotado de lo que él había creído, cuando ella colocó la manita encima sin poder rodeársela entera, cuando se la metió por la boca y observó que se la abría más de lo normal a su paso.
Un rabo enorme y natural para unas tetas enormes y naturales era lo que los dos merecían. Ella se atragantaba con la polla cuando Xander le levantó un poco más la ya de por sí corta faldita. No llevaba bragas la guarrona y eso le encantaba. El culazo le rebotaba igual que las tetas y ya podía ver ahí al fondo los labios de su coñazo peludo.
Pero antes de metérsela al calorcito tenía que pasar la prueba de fuego y es que a ver qué tio no desearía que le hicieran una cubana con ese par de domingas. Eran tan suavecitos que no le daban la fricción suficiente como para lefarle el canalón, pero ver cómo su polla se restregaba, entraba y salía entre ellas le volvió loquísimo y si bien no se corrió encima, se le acumuló una buena cantidad de leche en las pelotas que se reservó para el final.
Qué coño más apetitoso tenía esa perraca. Hacía mucho que Xander no veía uno así de peludete. Empezó follándosela a pelo primero dándola com un perrito por detrás y luego dejando que la chavala se montase sobre su pija, pero dándole la espalda. No estaba preparado todavía para ver de cerca esos melones rebotando mientras su picha se encontraba apretujada en un agujero. Eso sí, no dejó de sobárselos, de magreárselos, de sentir su suave tacto que calmaba su ira animal.
La hizo la cucharita en el sofá y se relajó un rato tumbándose a cuerpo de rey permitiendo que ella volviera a apretujarle el rabo entre sus gigantescas tetas. Joder, qué grandes las tenía y encima se empeñaba en apretujarlas para cubrirle todo el rabo y sacarle la leche. En esa situación, él se conformaba con ver salir su cipote de entre los pechos sano, salvo y conteniendo.
Volvió a zumbársela de espaldas y al sacar la polla del coño Codi ya supo qué hacer. No llegó a tiempo, no del todo, porque mientras se daba la vuelta y se agachaba, Xander ya estaba soltando unos buenos disparos. La mojó la carita, la empañó las gafas con su semen, la puso gomina e incluso le dibujó un bonito bigote blanco. Así de bien le sacaban la leche unas tetas naturales.