Sentir el aliento, el calor de los labios del guaperas de Elian, su mano introduciéndose por debajo de los calzones, agarrándole la polla y los huevos, magreándoselos. Noah soltó un gemido de gusto y placer, decidido a convertirse en su putita, en un genio de la lámpara dispuesto a concederle no tres, sino todos los deseos que quisiera, porque con esa cara y ese cuerpazo, se lo tenía que regalar todo.
El jovencito rubiales, el querubín de pelitos rizados Dane se aprovechaba de la situación. Elian les ponía tontorrones y entonces él aprovechaba para sacarse la pija gorda y darles de mamar. Les atragantaba con el rabo y les metía una buena paliza en la barbilla con la huevera. Lo de Elian no era solo que estuviera buenorro, es que tenía una pija impresionante, no solo en longitud y grosor que era más que perfecta, sino también en su forma, irresistible para comer, pajear y dejársela meter por el culo.
Al vérsela, tan grande, venosa y encapuchada, Noah cambió de rabo. A diferencia del jovencito Dane que la tenía completamente descapullada, la de Elian seguía con la capucha puesta, lubricadita, recubriendo el glande. Se pusieron cada uno a cada lado de su cara y comenzaron a buscar el agujero de su boca con los rabos erectos e incluso intentaron meterle las dos a la vez. A Noah le hubiera encantado tener una boca más grande para poder cobijar ambos pollones a la vez. Verlos de cerca, sentirlos rozando su cara, le ponía cachondísimo.
Si la misión de esos dos era tener recubiertas de saliva las pollas para evitar ponerse los condones, lo habían conseguido, porque a Noah le colgaban ya las babas por la barbilla. Elian le cogió por los muslos, le arrastró hasta dejar el culazo al borde del sofá, le bajó los calzones lo justo para dejar libre la raja del trasero y se la endiñó enterita sin condón.
Menuda cigala tenía el cabrón. Noah levantó un poco la cabeza. El espejo le pillaba justo detrás y pudo ver el alucinante culazo blanquito de Elian moviéndose hacia adelante y hacia atrás mientras le penetraba. Pudo mirar poco, porque Dane le empujó hacia atrás y le rebozó todo el pollón por la cara, le metió los cojones en la boca intentando acallar sus grititos de putilla bien follada.
Le dieron el cambiazo y ahora era Dane el que le daba por el culo. Noah seguía disfrutando de esos dos rabacos y ahora estaba pegado al de Elian como si fuera un biberón, sacándole todo el jugo. Sentarse sobre las piernas de Elian fue un sueño cumplido. Tan musculoso, tan guapo. Le dio un placer infinito pajear su polla con el culo mientras paseaba la suya por sus marcados abdominales.
Entonces Dane llegó por detrás, le empujó la espalda hacia adelante y deslizó su rabo al desnudo por encima del de Elian metiéndolo por el mismo agujero. Dos hombres dentro de él. Ante sus gemidos y gritos, Elian intentó calmarlo. Ese primer dolor merecía la pena por lo que vendría después, el auténtico placer de tener el agujero del culo relleno por dos buenos rabos.
Les invitó a sentarse en el sofá y se enfiló la polla gorda de Dane. Saltó sobre ella y se pajeó hasta que un lefazo blanco y espeso le salió por el cipote. Dane apartó la cara por si le arreaba un facial, vista la trayectoria que llevaba. Noah levantó un poco el culete y Dane aprovechó para cascársela y correrse en sus cachetes. Con el culo mojado, Noah acudió en busca de la polla de Elian que se la clavó a pelo.
Casi le preña. Elian le empujó el culete, inclinó el rabo pasándolo entre sus piernas y la leche empezó a mojar la raja de su culo y las ingles. Todavía corriéndose, buscó el agujero para metérsela, lo encontró y terminó de deshacerse ahí adentro de gusto. Corridos, desnudos, sudados, con los mofletes sonrojados, retozaron un rato en el sofá con olor a macho.