Noah comenzó a rondar ciertas zonas de campo abierto donde se daban citas pandillas de chicos para jugar al fútbol. Solía quedarse hasta bien tarde mirando cómo se pasaban la pelota, pero no por amor al deporte, sino porque uno de esos chavales le tenía totalmente enamorado. La mejor parte venía los días de calor, cuando se quitaban la camiseta. Ver el torso desnudo de Elian se la ponía completamente dura.
Tan musculado, marcando abdominales. Aun llevando pantalones cortos, tenía un torso tan esbelto que parecía como si estuviera completamente desnudo. Noah acababa metiéndose la manos en los bolsillos y, mirando a un lado y a otro por si había alguien cerca, terminaba tocándose la pija. Ese guaperas de dieciocho añitos ocupaba su mente casi el cien por cien del día.
Hasta perdió peso de las pajas que se hacía en su honor. Unas pajas que pronto cesaron, porque resultó que el chaval no era tonto, se daba cuenta de todo y por suerte para Noah, le daba a la carne y al pescado por igual. Y así se encontró, rozando el cielo cuando Elian le invitó a su casa, cuando se quitó la camiseta y el tio dominante le agarró del cuello para que le tocara y lamiese todo ese torso que había estado deseando tanto tiempo.
Elian se levantó y le dio lo que todos querían. Primero se quitó los pantalones, al estilo machote, sin manos y usando las piernas. Tanto movimiento hizo que la chorra rebotara dentro de sus boxer blancos y que Noah se asustara por le tamaño. El muy perro se metió la mano por la bragueta como si se la fuera a sacar para mear y lo que sacó fue un pollón duro, encapuchado y venoso de tantos centímetros como edad tenía.
Joder, hay que ver qué hambre le entró a Noah que empezó a jalar como si no hubiera comido rabo en toda su puta vida. Hasta Elian le tuvo que poner la mano en la frente para que se andara con calma y se la chupara bien. Mmm, pensaba Noah comiéndole toda la polla, lo bien que le sentaban esos Calvin Klein. Elian volvió a meter los dedos por la bragueta para sacarse los huevos. Metió un último estirón al escroto y se los sacó enteros.
Noah estaba de rodillas en el sofá, dándole la espalda, preparándose para la embestida, cuando Elian se puso detrás de él y se desnudó por completo. Se perdió un espectáculo con el que seguramente se hubiera corrido de gusto. El culazo redondo, sin un pelo y blanquito de Elian, su rabo duro rebotando y erecto. Cómo podía ser tan cabrón a su tierna edad. Noah sintió unas manos en sus piernas y acto seguido Elian las empujó hacia él, le bajó los calzones y pidió poseerle el trasero.
Estaban tan cerca que sintió el roce de su polla caliente en el pie. Una mano que se colaba misteriosa entre la spiernas y le agarraba por el rabo. Unos morretes hundiéndose por la raja de su culo, una lengua perforando su ojal. Aquello era más de lo que podía pedir. Quería ser su puta, todos los días. Volvió a comerle la polla, esta vez hasta atragantarse, mientras Elian le dedeaba el trasero.
Sentir el rabo enorme y duro de ese futbolista penetrando su trasero sin condón fue una puta locura. El tio sabía cómo meterla, cómo perforar un agujero con su maza. Por un momento la mente de Noah se trasladó a otro lugar con él y Elian juntos, pero en las duchas, recién acabado el partido. El agua cayendo por las alcachofas, el tio zumbándoselo a cuatro patas, una mirada de reojo de Noah observando el escultural cuerpazo de Elian, sus brazos largos y fuertes asiendo sus caderas, meciéndolas hacia adelante y hacia atrás para meterle una buena follada.
Elian le arropó con todo su cuerpo en un abrazo grande y le susurró al oído mientras le zurcía el culo a pollazos. Le pidió que callase y dejara de gemir, le colocó el antebrazo en la boca para que no lo hiciera tan alto, pero qué tio era capaz de contener semejante gozada cuando un tiarrón así te estaba dando por culo, cuando sentías el roce de sus huevos cargados de leche en la entrepierna y el calor de su musculado torso pegado a tu espalda.
Saltó sobre sus piernas, clavado en su magnífica polla. A su corta edad era capaz de decirle cómo colocarse para sentirla mejor. Le hacía sentir como si él fuera uno más de los cientos que ese chico se habría pasado por la piedra ese mes. El chaval tampoco perdía el tiempo. Cuando le entraron las ganas, sacó la picha del culo y se la meneó mojándole a Noah los huevos y la raja del culo de leche.
Cuando Noah creyó que el sueño llegaba a su fin y su turno para correrse, Elian volvió a metérsela dentro. Era difícil encontrar a un hombre que aguantara más de un asalto sin tomar un descanso, pues para su fortuna Elian no era del montón. Follado de lado, casi en carretilla, Noah se sacó la lefa dejando bonito el sofá. Todavía no había acabado de soltar el esperma cuando Elian le retiró la mano y puso la suya alrededor de su polla.
La segunda venida de Elian no tardó en llegar, mucho más cargada incluso que la primera. Una lluvia de regadera al principio, unos buenos chorrazos bien dirigidos después hacia el agujero del culo, Elian se descargó los huevos. Se fueron juntos a la ducha. El pene semierecto de Elian era igual de bonito así que empalmado. Las pajas nocturnas de Noah siempre acababan con él pensando en Elian después de los partidos, con el agua resbalando por ese cuerpazo. Esos sueños húmedos pasaron a la historia, porque ahora su mente estaba saciada.