Es de noche, estás completamente salido, de estas veces que tienes tantas ganas de descargar que sabes que a poco que te menees un poco la polla va a empezar a rezumar leche y salpicar por todas partes. Imagina que estuvieras justo en ese momento y alguien te diera un conjuro para invocar a quien quisieras a través de una foto suya en algún póster o revista. Quién en su sano juicio como Ethan Chase no actuaría como él y cogería la foto de un empotrador innato guapo, atractivo, musculoso y con una buena verga como William Seed.
Joder, en la foto estaba tremendo cuando la encontró por internet, pero al sacarla a tamaño póster empezó a babear como una perra en celo. La puso en la pared y se acercó a la enorme polla imaginando que era real y se la chupó. Juró que había sentido el tacto, el calor y la dureza del nabo en sus labios. Tenía el conjuro en el libro y todos los utensilios necesarios para invocar a la persona de la foto: una vela y un dildo que tenía que chupar y meterse por el culo.
Las velas se apagaron por una misteriosa brisay de repente la pared cedió como si fuera de papel con William atravesándola tal y como estaba posando en el póster, desnudo y con el pito empalmado. Ethan todavía no había salido de su asombro cuando Will le estampó contra el sofá, le agarró por los pelos de la cabeza y le obligó a tragarse su enorme y gorda pollaza.
Ethan había pasado muchas semanas saboreando dildos de goma como para no reconocer lo bien que sabía una polla de verdad. La saliva salía sola, chorreándole por la boca del hambre que tenía de rabo y Will no paraba de culear empachándole con su verga tiesa y dura llevándole al límite de las arcadas al colársela por la garganta.
Qué rabo más rico y eso que no había mirado todavía hacia arriba por temor a que lo que estaba sucediendo no fuera real. Lo hizo y lo que vio le produjo más hambre todavía. Ese cuerpo musculoso, esa cara de chulazo, esos brazos con grandes biceps agarrándole por detrás de la cabeza a dos manos haciendo que se diese la panzada con su comida favorita. Will se levantó la polla y le volvió a meter un tirón de los pelos de la cabeza para que le comiera los huevos también.
Fue Will el que decidió cuándo terminaba la mamada. Por Ethan se hubiera quedado comiendo de esa polla toda la vida, pero Will tenía otros planes. Le agarró de las piernas, se las separó, se puso un condón y condujo la polla embutida hacia el interior de su ano. El tiarrón empezó a penetrarle como si ese culo le perteneciera, a toda hostia y sin control, dando caña, como si no fuese consciente del tamaño de rabo que se gastaba.
Ethan aguantó estoicamente los primeros envites de dolor porque sabía perfectamente que después de que el agujero de su culo se hubiera acostumbrado al díametro de ese extraño dentro de su cuerpo, todo se convertiría en una puta y placentera sensación de júbilo cercana a estar colocado. Qué buen aguante el de Will y qué bien se le daba petar culos. Cualquier otro ya se habría corrido después de un centenar de pollazos, pero él no, él seguía ahí al pie del cañón agujereándole el hueco, desnudando su ser ante Ethan, mostrando su cuerpo fornido y sudado a plena potencia.
Cuando se puso detrás de él y le dio por culo, Ethan pensó que no lo contaba. Ese tio era una puta taladradora folla culos de auténtica locura, pero al sentir sus manos calientes posándose en sus hombros, sus brazos fuertes pasando por su cuello como si aquello fuera lucha libre, las caderas de Will chocando incesantemente contra sus nalgas, sintió la necesidad de dejarse hacer de todo por ese macho.
Fueron pocos los segundos en que su boca o su culo no tuvieron la polla de ese chulazo dentro, apenas los que él tardaba en manejarlo a su antojo como una muñeca de trapo y colocarlo en la posición exacta que necesitaba para satisfacerse personalmente. Estaba bocarriba en el sofá, bien follado, cuando le vino el gustillo que no pudo resistir con semejante especímen encima de él dando traca.
Jamás se había corrido con tanta pasión como ese día. La leche salía con potencia de su pito. Un lechazo por aquí impregnándole el muslo, una lechada por allá mojándole la mitad inferior del torso. Se estaba quedando ciego de gusto. Will le sacó la polla del culo, se quitó el condón rápidamente como buenamente pudo y se pajeó la polla apuntándola hacia su jeta.
Ethan abrió la boca, sacó la lengua y al momento tenía la cara y la lengua llenas de leche. Los párpados, la nariz, la barbilla, las comisuras de los labios, el esperma de ese macho se había aposentado a sus anchas por todas sus faciones. Casi no podía abrir los ojos sin que el semen penetrase en sus globos oculares y encima Will, cachondo perdido después de la pedazo corrida, lejos de intentar limpiarle la cara con la mano, lo que hizo fue esparcir más la lefa por encima.
Cuando Ethan volvió a abrir los ojos, no vio a Will. Él sí se había corrido encima, pero la lefa de ese chulazo ya no estaba encima de su cara. La pared donde había estado el póster ahora estaba blanca y vacía, como si nada de aquello hubiera sucedido, pero Ethan lo había sentido tan real que no podía creer que todo hubiera sido un sueño o una alucinación.