El culazo de Gany Meat bombeándole la polla era la hostia. Gracis a que tenía un pito exageradamente largo, Robert Royal podía ver su mancuerna de fondo, vapuleada por ese culazo masturbador que estaba a punto de sacarle toda la leche, mientras el mamón no paraba de darle hostiazos con la polla y los huevos en el estómago cada vez que se sentaba encima.
Llegaron muy calientes, comiéndose a besos. Después de bajarse los pantalones y quedarse en pelotas, Robert apoyó el culete en la mesa, separó las piernas y dejó que Gany bajara a comerle toda la polla. No le quitó ojo mirando desde arriba, notando el calorcito de esa mano apoyada en la segunda mitad de su enorme rabo y la saliva y unos buenos labios cubriendo la primera.
Le dio la vuelta y le metió la pija por detrás, sin condón, atravesando su precioso y por entonces ajustado agujero, antes de que de tanto follar le hiciera un agujero a medida. Gany miraba hacia atrás, alimentándose del contacto visual con otro tio que tanto le gustaba mientras le daban por culo. Le recordaba a esas miraditas, sugerentes y que tanto decían, entre hombres, en los locales bajo una luz tenue o en los baños.
Gany se tumbó en el sofá a cuerpo de rey. Robert le siguió y se las apañó para separarle las piernas, para acomodar la polla en su agujero y follárselo a lo bestia, sin medir las proporciones de su enorme tranca. Metía y sacaba como le venía en gana y Gany lo disfrutaba, dejándose llevar, mecido por las embestidas. Un gemido más sonoro que los demás. Robert sacó la polla del culo, Gany miró hacia abajo. Una polla durísima y gigantesca, un cipote voluminoso empezó a suministrar leche encima de sus cojones.