Desde que lo vio, deseó llenarle el culo de rabo de lo bueno que estaba. Con sus dotes seductoras, Tim Kruger no tardó en llevarse al venezolano Delan Benobe a la azotea donde siempre remataba sus conquistas. Algo tenía de especial ese tio atlético y fornido, guaperas y de gruesos labios, para que su polla estuviera más grande y dura que nunca.
Besándose al solecito, los dos habían terminado perdiendo la ropa y Tim, super empalmado, no paraba de rebozar su gigantesco miembro viril por el muslo izquierdo y la cadera del chaval, que cada vez estaba más meloso, sintiendo toda esa verga dura, gordísima y caliente rozándole la piel. Delan agarró a Tim de la mano, conduciéndole hacia el interior del ático, sin dejar de mirarle el pedazo de rabo que no paraba de dar bandazos a un lado y a otro y le sentó en el sofá.
Lo siguiente que hizo fue sentarse sobre sus piernas, con las rodillas a cada lado de su cuerpo y los pies en sus rodillas, agarrarle la enorme polla y metérsela por el culo sin condón, dejando que resbalase lentamente hacia el interior de su ano. Cuando la tuvo dentro del todo, gimió de gusto y se agarró a los pectorales peludos y varoniles de Tim. Empezó a montarlo, dejando salir por primera vez ese mástil erecto de su interior y volviendo a introducirlo dentro de su cuerpo.
La habilidad para tragarse su pollón, sorprendió al mismísimo Tim, que estaba empezando a enamorarse de ese chulazo. Después de demostrar su valía como domador, Delan se dejó follar como la mejor de las putitas, a cuatro patas sobre el sofá, dejandom que su maco ejerciese de empotrador y se diese el gustazo de ventilarse un trasero como el suyo.
Le encantaba sentir la respiración agitada de un buen macho en su oreja, el calor y el sudor de su torso empapando su espalda y sobre todo sentir cómo todo eran incapaces de contener ese volcan de agitada leche que siempre, sin saber por qué, le dejaban saliendo por el ojete, un gran charco de leche que le dejaba la raja del culo bien mojada con los lefotes resbalando entre sus piernas.