Cuando ellas se iban a dormir, ellos se quedaban jugando al póker hasta altas horas de la madrugada, entre nubes de humo del tabaco, en una mesa llena de fichas, cartas y birras. En cuanto se quedaban solos, los machos aprovechaban para ponerse una porno en la tele para entonarse y terminaban subiendo sus apuestas, dejando aparte los billetes.
Drew Sebastian fue el primero en apostar fuerte, muy fuerte. Podía permitírselo y no sólo porque tuviera una buena mano en esa jugada, sino porque también tenía una buena dote entre las piernas. Ante la sorpresa de sus colegas Link Parker y Ryan Carter, se levantó de la silla, se bajó la cremallera de la bragueta y se sacó toda la chorra amorcillada, bien larga y gorda, dando unos sonoros hostiazos sobre la mesa.
Ganó de calle, así que se pudo permitir el lujo de recoger todas las apuestas de la mesa, entre las que estaba una que le hacía especial ilusión y es que Link había apostado su culo, prometiendo convertirse en una buena puta si perdía. Bien protegido entre los dos daddies, Link se quedó de pie abrazando a Ryan mientras Drew le metía una buena empotrada sin condón por detrás.
Cuando más a gusto estaba, envolandas sobre el cuerpo de ese machote, agarrado a su calva, con Ryan ejerciendo de mamporrero, agarrando la pollaza de Drew para que no se saliera de su culo tragón que cada vez estaba más mojado, apareció Casey Everett. Link le había enviado un mensaje animándole a unirse a la partida entre hombres, explicándole lo que se apostaba en esa sala con todo tipo de detalles.
No tardaron en desnudar al más jovencito del grupo. Llegar tarde tenía una penalización doble. En cuestión de segundos, tenían a ese guaperas relleno por todos sus agujeros, Drew follándoselo a pelo metiéndole su gordísima y gigantesca polla y Link dándole de mamar antes de que Drew diera a Link unas impagables lecciones de cómo follarse un culito.
Tan guapete y tan buenorro que estaba, Casey se convirtió en el centro de toda la diversión. Tenían al chavalillo completamente ruborizado, con las mejillas sonrojadas de tanto chupar pollas y recibirlas a pelo por su apretado agujerito. Llegó la hora de que Drew descubriera su mano. Todo este rato había tenido un trío y decidió jugarlo haciendo que los tres machotes rodearan al zagal mientras este permanecía de rodillas, sumido en un mar de pollas deseosas de explotar y dejarle esa cara guapa llena de lefa.